jueves, 29 de marzo de 2007

La cárcel y las clases sociales

Dado que el concepto de clase social es ambiguo, describiremos de forma más precisa a que grupo de personas nos referimos en cada clase. A nivel conceptual lo que haremos será dividir la sociedad en tres clases: alta, media y baja, como se hace usualmente, pero reduciendo el cubrimiento de las clases alta y baja a sus casos extremos y dejando al resto como integrantes de la clase media. Agudizando la definición, consideraremos a la clase alta como el grupo de personas con suficiente poder, para modificar las reglas de juego de la sociedad en su propio beneficio. En el extremo opuesto de la sociedad, definiremos a la clase baja como el conjunto de individuos completamente marginados del sistema, aquellos carentes de vivienda, alimentación regular, etc. y cuya única ocupación en su vida es sobrevivir.

Teniendo en cuenta la jerarquía de clases definida en el párrafo anterior, estudiaremos como funciona el sistema carcelario como desmotivador de las intenciones delictivas, en los individuos de cada una de las clases:
  • Clase Alta: Como vimos en la falacia de la justicia, estos individuos tienen total inmunidad, por lo cual tienen la certeza de que no concurrirán a la cárcel. De esta manera, la cárcel, ni ninguna otra pena en realidad, los desmotiva para delinquir, como tampoco hay nada que los desmotive a destruir a quienes dificulten la concreción de sus propósitos.
  • Clase Media: En estos individuos es que la cárcel actúa como un monstruoso freno, ante intenciones que puedan desviarse levemente del punto medio en la ambigua definición de actividades no delictivas, establecida por el sistema legal vigente. Las terribles condiciones de vida existentes en las cárceles actuales, son, para estos individuos, que sin tener grandes comodidades, al menos ven sus derechos humanos respetados en la mayoría del tiempo, una representación del infierno en la tierra. Y es el terror a vivir esa experiencia, de la cual dudan poder sobrevivir, el que los bloquea a defender sus intereses, cuando los mismos se oponen a los de la clase alta, pues, como vimos en la falacia de la justicia, seguramente halla una ley contra eso, o se pueda interpretar una ley contra eso, o en ultimo caso se pueda presionar a alguien para que el individuo de clase media termine en la cárcel por haber enfrentado esos intereses. Increíblemente, este temor, funciona como freno, aún cuando enfrenta individuos de clase baja, pues como veremos luego, dada la forma en que estos últimos ven la pena carcelaria, el único con posibilidad de perder en ese enfrentamiento es el individuo de clase media.
  • Clase Baja: Para estos individuos la cárcel es un lugar igual y en muchos casos mejor al que habitan cuando están libres. Tienen techo y comida, los cuales carecen en la mayoría del tiempo. El ambiente, infernal para la clase media, es muy similar al que respiran en su día a día. Y la libertad que le quitan no es mucho mayor a la que le quita la sociedad por su condición de marginales. Por este motivo, los individuos de esta clase, en general, no temen ir a la cárcel, y por lo tanto esta pena no los desmotiva para delinquir, al igual que no lo hace para la clase alta por otro motivo. Lo que los desmotiva a delinquir es el riesgo de vida asociado al delito que piensan cometer, lo cual provoca una actitud selectiva en el momento de elegir la victima sobre la cual ejecutar el delito. De esta forma evitan los delitos contra la clase alta, la cual los puede asesinar sin tener que rendir cuentas por ello, y en cambio prefieren delinquir contra individuos de clase media, los cuales por temor a terminar en la cárcel difícilmente se defiendan.


Luego del análisis realizado vemos como las cárceles, especialmente en su forma deshumanizante de la actualidad, se convierten en otra arma de la clase alta, para mantener a la clase media, única con cierto raciocinio capaz de percibir la injusticia del sistema en el cual vive, controlada y a su vez para dirigir los ataques de la clase baja hacia la clase media.

Teniendo en cuenta el párrafo anterior, es claro que la clase alta favorecerá que las condiciones de las cárceles sean aún más terribles, para que las mismas generen más terror en la clase media, como también favorecerá que la clase baja viva aún peor, para que se vea más obligada a atacar a la clase media para sobrevivir y su desastrosa situación siga estando por debajo de las condiciones de vida en las cárceles.

Este espiral descendente de justicia se quiebra únicamente eliminando la vergonzante inmunidad de la clase alta. En el mismo instante que estos individuos pierdan esa inmunidad y se encuentren en la situación novedosa en la cual puedan terminar en las denigrantes cárceles que ellos fomentaron, van a sufrir un temor aún más grande que el experimentado por la clase media, y por primera vez tendrán un freno, un implacable freno, para sus intenciones delictivas. Cuando esto ocurra, la mayoría de sus intenciones delictivas quedarán en intenciones y no se transformarán en actividades, con la consecuencia que todas las riquezas que las mismas absorbían de las clases menores, queden en estas últimas, lo que mejorará las condiciones de vida de ciertas personas de clase baja de tal forma que ahora teman caer en la cárcel y por lo tanto la misma funcione como freno a sus intenciones delictivas.
En síntesis, quitando la impunidad, la clase alta se convierte en clase media, adquiere su temor a la cárcel con lo cual baja su tasa de delitos, con la disminución de estos delitos de cuello blanco se distribuye mejor las riquezas lo que convierte gente de la clase baja a la clase media, adquiriendo su temor a la cárcel y erradicando su necesidad de delinquir, lo cual bajará su tasa de delitos.

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