domingo, 22 de abril de 2007

Esclavitud (Capítulos 1, 2 y 3)

La esclavitud, en su acepción más incluyente, que podríamos esbozar como: “estar obligado a realizar una tarea para beneficio de otro” es un fenómeno que ha teñido todas las civilizaciones en nuestra historia, y continúa su flagelo en la actualidad, oculta bajo distintos disfraces. Aunque nuestras sociedades continúan reproduciendo y acelerando el desarrollo y la desigualdad, alimento esencial de la esclavitud, las mismas, desde hace un tiempo, produjeron un ítem, que puede ser visto como la única esperanza para acabar con ella. Este ítem es la máquina.

En este artículo daré mi visión sobre como surge la esclavitud, cual es el sentimiento detrás de ella, y como fue justificada históricamente en la primer entrega. Luego, mostraré como actualmente se dibuja la situación de esclavitud, y como se definen los nuevos cortes entre individuos que disfrutan del desarrollo y otros que lo generan. Finalmente, introduzco la visión de la máquina como esperanza para erradicar la esclavitud, y también planteo la necesidad paralela de que el hombre deje de funcionar como máquina, asuma la situación de esclavitud ante la sociedad, que padece y lo destruye, y conciente de ello, busque su camino para convertirse en un ser con individualidad, un ser libre.

Surgimiento: Desarrollo y poder
Las sociedades, en mayor o menor medida, siempre fueron esclavistas. En todas ellas hubo grupos de personas con poder, y otros sin él, y existieron, en ellas, tareas que ambos sectores de la sociedad no consideraban gratas, ya sea por que eran nocivas, indignas, demasiado fatigosas, aburridas, o por otro motivo, la realidad indicaba que no existían personas que voluntariamente quisieran hacerlas, o al menos no había suficiente de ellas para realizarlas, pero eran, estas tareas, imprescindibles, o al menos los grupos poderosos lo consideraban de esta manera. De esas condiciones, surge naturalmente la esclavitud.

Los faraones egipcios quisieron unas magníficas tumbas y se construyeron las pirámides. Luego de conquistar todos los reinos que la componen, el primer emperador chino decidió construir kilómetros de muralla para que su reino fuera impenetrable, y la colosal muralla china fue construida. La civilización griega tuvo un masivo vuelco al arte y la cultura, y actualmente seguimos admirando el legajo de estas personas. En estos tres proyectos, como en infinidad de otros, miles, cientos de miles, millones de esclavos fueron necesarios para su concreción. Intencionalmente elegimos ejemplos cuyo producto admiramos y agradecemos, aunque condenamos el sufrimiento que ocasionó su realización. Misma condena que aplicamos a los millones de esclavos, que al servicio de inútiles burgueses, desperdiciaron sus vidas en caprichos fatuos.

La condena es la misma, es cierto, aunque surge, en nuestras mentes, la duda si cambiaríamos la historia si tuviésemos los medios. ¿Elegiríamos perder las pirámides?, ¿perder la muralla china?, ¿el maravilloso arte y las geniales ideas de la Grecia clásica? Sin esclavos, las pirámides y la muralla china no se hubieran construido, o estarían construyéndose aún, y si en su democracia, los griegos hubiesen incluido a sus esclavos, no hubieran tenido ese ingrediente indispensable para el arte que es el ocio, y sus obras hubiesen sido tan escasas como las de cualquier civilización en cualquier momento de la historia.

Sentimiento: Desprecio
Siempre hubo esclavitud, y la sigue habiendo. Probablemente desde los primeros eslabones del hombre primitivo, un sector se sintió, por alguna característica de sus integrantes, superior a otro, y consideró justo esclavizarlo. El sentimiento detrás de la esclavitud es el desprecio, el considerar menos al otro, podría pensar que es el odio, pero el odio iguala, del odio no surge la esclavitud, surge el asesinato o la tortura, y si se esclaviza, se utiliza como medio de tortura, tortura psicológica más que física, un igual no sufre realizando las tareas asignadas por su amo, por desagradables y dolorosas que sean, sufre por estar obligado a hacerlas, y por tener que hacerlas para su amo.

Justificación: Diferencias
El desprecio es el que genera la esclavitud, y las diferencias son la herramienta para justificarlas.

Los faraones se consideraban hijos de Dioses, el resto de los egipcios no eran más que su rebaño. El emperador chino mencionado, no conforme con el poder que le otorgaba su título, también eligió el misticismo, y se autoproclamo hijo de Dios, de igual manera, la mayoría de los reinos, para crear diferencias cuando no las había, eligieron el círculo: “Fastuosidad-Fe”. Los palacios, la vestimenta y las procesiones de los reyes generaban, en sus súbditos, la fe en que los primeros eran seres especiales, emparentados con los Dioses, superiores, y era esta misma fé, la que les otorgaba riquezas y mano de obra para obtenerlos. En Grecia, en cambio, no había reinado, existía la democracia, estaban un paso adelante, aunque hacia la hipocresía. En esta sociedad, el parentesco definía quién era ciudadano griego y quién no, los primeros eran libres y vivían en democracia, y los segundos eran una propiedad más de los primeros.

En los tres casos usados como ejemplo las diferencias entre opresores y oprimidos fueron elaboradas, obviamente también se utilizaron diferencias visibles entre los seres humanos, y la estrategia en esos casos fue enfocarla, desenfocando las otras. No importaba la sabiduría del individuo, sus habilidades, sus experiencias, su personalidad, y sí el color de su piel, estigmatizando su etnia, para, en una hábil comunión, ser considerado falto de alma por la iglesia católica, y factible de convertirse en propiedad privada por la civilización europea. Este patrón, variando ubicación geográfica, esclavistas y esclavos, y la característica física que los diferenciaban, se repitió en todas partes del globo, y en cada una de las épocas, produciéndose en civilizaciones tan disímiles que quizás la único que tuviesen en común sea la xenofobia.

Situación Actual: Hipocresía
Paulatinamente, los históricos artificios para justificar la esclavitud fueron perdiendo peso. Se perdió fe en los hijos de Dios, se perdió la fascinación producida por la riqueza de los amos, las ciudadanías selectivas, el foco en las diferencias externas del ser humano. Especialmente para los últimos dos casos remarco que fueron perdiendo peso como justificativos de la esclavitud. Las ciudadanías selectivas, y especialmente la xenofobia siguen existiendo y parecen estar resurgiendo en los últimos tiempos, sin embargo, la esclavitud, universalmente es reprobada en la actualidad. Es reprobada si, pero existe, y existe con igual o más fuerza que antes, lo que cambió es que el mundo, es, época tras época, más hipócrita.

Sigue habiendo grupos con poder, y grupos sin él, sigue habiendo tareas indeseables, y siguen siendo realizadas por los grupos débiles, sigue habiendo esclavitud, y es natural que sea así. Sigue habiendo esclavitud, aunque le llamemos trabajo, sigue habiendo esclavos, aunque se prefiera llamarles trabajadores abnegados, sigue habiendo amos, aunque sean distinguidos como prestigiosos empresarios, sigue existiendo el látigo, lo conocemos como miseria, siguen limitando las cadenas, aunque no se quiera admitir que están hechas de ignorancia. Todo esto sigue existiendo porque existe una diferencia abismal de poder entre las personas, y de esa brecha surge el desprecio.

La selección: El corte
El desprecio, el considerarse más, sigue existiendo, lo sienten los países del primer mundo sobre los subdesarrollados, y justificándose en él, devastan sus recursos naturales, destruyen su cultura, asesinan a su gente, y con ello mantienen el lujo de sus ciudades, lo sienten los empresarios por sus empleados, y entonces le pagan el mínimo y le exigen el máximo, lo siente el rico por el pobre y lo considera indigno, inmoral. El desprecio existe, y lo todos lo experimentamos, siempre existen individuos sobre los cuales nos sentimos superiores, especialmente cuando incluimos en el conjunto con el cual compararnos a todo el reino animal. Probablemente ninguno, por igualitario que sea, sienta indignación por la matanza de vacunos en un frigorífico, o por la mísera vida de las gallinas en las avícolas. Todos hacemos un corte, separando a los seres privilegiados de los que no lo son, este corte, para algunas personas, coloca a humanos a ambos lado de él, para otras, separa humanos de animales, habrá inclusive quienes incluyan algunos animales dentro del grupo privilegiado, y he conocido cortes muy peculiares cuando las personas ven la imagen de un carro de un hurgador tirado por caballos, esa imagen, en demasiada gente, provoca compasión por el caballo y no por el hombre, extrañamente se les hace más fácil imaginar al caballo limpio y bien alimentado, llevando sobre su lomo a un elegante jinete, mientras sortea los obstáculos en un torneo de equitación, que al andrajoso indigente, bien vestido, dando una conferencia en una prestigiosa universidad. Por más curiosos que sean, todos son cortes, toda persona tiene su corte, algunos nos podrán parecer más o menos reprobables, pero todos tenemos uno.

La esperanza: Las máquinas
A medida que fue progresando las civilización, mayores fueron los proyectos ideados por el hombre, y mayor fue la cantidad de individuos que se necesitaron para los mismos, esto, sumado a que siempre hubo desigualdades, produjo la aparición de un corte que dividió a los que disfrutaban de los proyectos, de los que perdían, parcial o totalmente, su vida en los mismos. Esto fue siempre así, aunque, afortunadamente, el progreso de la civilización no solo sembró el veneno, sino también, a mi entender, su antídoto. Particularmente dentro del progreso, considero como sembrador de ambas, a la tecnología. Ella, a la vez, habilitó mayores proyectos, que requirieron mayor cantidad de obreros, definiendo a los mismos como el conjunto de individuos que elaboran un proyecto que no van a disfrutar, y desarrolló también técnicas, para disminuir la cantidad de obreros necesarios, y para facilitar su trabajo. Ambas capacidades de producción, están presentes en la tecnología, pero son los grupos con poder, los que deciden que proporción de veneno y antídoto cosechar.

A su vez, dentro de las numerosas plantas que crecen en la estancia de la tecnología, la que más y mejor antídoto produce, es la máquina, definida como el objeto que ejecuta una secuencia de tareas especificadas en un algoritmo, incluyendo en esta definición desde las primeras máquinas definidas a base de engranajes, pasando por los sofisticados robots usados en la fabricación de vehículos, y llegando al más complejo software. Son las máquinas el sustituto ideal del esclavo, son la única oportunidad de poner a todos los seres humanos, en el grupo de quienes disfrutan los proyectos

El paso: Dejar de funcionar como máquina
La esperanza son las máquinas, aunque primero el hombre debe dejar de funcionar como ellas y aprender a ser libre, debe darse cuenta en que momentos está siendo creativo y en cuales reactivo, cuando está haciendo lo que quiere y cuando está siguiendo un algoritmo. La sociedad, la religión, la familia, le imponen al hombre un algoritmo y el hombre lo sigue, se vuelve su esclavo y ni se da cuenta, se vuelve una máquina, pasa a ser una ínfima parte de su potencial, o quizás simplemente nada. El hombre tiene que cambiar, y tiene que hacerlo masivamente, actualmente la gran mayoría de las personas usan la mayor parte de su tiempo reaccionando, repitiendo tareas, siguiendo algoritmos, en vez de usar su potencial creador.

Las máquinas deberían hacer todas las tareas automatizables, y el hombre, únicamente, debería utilizar su creatividad para identificar estas tareas, y por más complejo que sea el automatismo necesario para implementarlas, diseñar la máquina que la ejecute.

Las máquinas están hechas para seguir un algoritmo, esa es su esencia, su definición, no se cansarán nunca de hacerlas, tampoco les parecerán aburridas pues carecen de creatividad, no está en su naturaleza tener opciones, no tienen vida. En cambio, un hombre siguiendo un algoritmo, se disminuye, se distingue de cualquier otro ser por ser creativo, y si se dedica a seguir, es natural que se fatigue, se atrofie, se vaya destruyendo psicológicamente, se vaya apagando su vida, y finalmente se convierta en una máquina, una ineficiente y defectuosa máquina, algo para tirar, algo para destruir.

jueves, 19 de abril de 2007

Esclavitud (Capítulo 3 de 3: Solución)

La esperanza: Las máquinas
A medida que fue progresando las civilización, mayores fueron los proyectos ideados por el hombre, y mayor fue la cantidad de individuos que se necesitaron para los mismos, esto, sumado a que siempre hubo desigualdades, produjo la aparición de un corte que dividió a los que disfrutaban de los proyectos, de los que perdían, parcial o totalmente, su vida en los mismos. Esto fue siempre así, aunque, afortunadamente, el progreso de la civilización no solo sembró el veneno, sino también, a mi entender, su antídoto. Particularmente dentro del progreso, considero como sembrador de ambas, a la tecnología. Ella, a la vez, habilitó mayores proyectos, que requirieron mayor cantidad de obreros, definiendo a los mismos como el conjunto de individuos que elaboran un proyecto que no van a disfrutar, y desarrolló también técnicas, para disminuir la cantidad de obreros necesarios, y para facilitar su trabajo. Ambas capacidades de producción, están presentes en la tecnología, pero son los grupos con poder, los que deciden que proporción de veneno y antídoto cosechar.

A su vez, dentro de las numerosas plantas que crecen en la estancia de la tecnología, la que más y mejor antídoto produce, es la máquina, definida como el objeto que ejecuta una secuencia de tareas especificadas en un algoritmo, incluyendo en esta definición desde las primeras máquinas definidas a base de engranajes, pasando por los sofisticados robots usados en la fabricación de vehículos, y llegando al más complejo software. Son las máquinas el sustituto ideal del esclavo, son la única oportunidad de poner a todos los seres humanos, en el grupo de quienes disfrutan los proyectos

El paso: Dejar de funcionar como máquina
La esperanza son las máquinas, aunque primero el hombre debe dejar de funcionar como ellas y aprender a ser libre, debe darse cuenta en que momentos está siendo creativo y en cuales reactivo, cuando está haciendo lo que quiere y cuando está siguiendo un algoritmo. La sociedad, la religión, la familia, le imponen al hombre un algoritmo y el hombre lo sigue, se vuelve su esclavo y ni se da cuenta, se vuelve una máquina, pasa a ser una ínfima parte de su potencial, o quizás simplemente nada. El hombre tiene que cambiar, y tiene que hacerlo masivamente, actualmente la gran mayoría de las personas usan la mayor parte de su tiempo reaccionando, repitiendo tareas, siguiendo algoritmos, en vez de usar su potencial creador.

Las máquinas deberían hacer todas las tareas automatizables, y el hombre, únicamente, debería utilizar su creatividad para identificar estas tareas, y por más complejo que sea el automatismo necesario para implementarlas, diseñar la máquina que la ejecute.

Las máquinas están hechas para seguir un algoritmo, esa es su esencia, su definición, no se cansarán nunca de hacerlas, tampoco les parecerán aburridas pues carecen de creatividad, no está en su naturaleza tener opciones, no tienen vida. En cambio, un hombre siguiendo un algoritmo, se disminuye, se distingue de cualquier otro ser por ser creativo, y si se dedica a seguir, es natural que se fatigue, se atrofie, se vaya destruyendo psicológicamente, se vaya apagando su vida, y finalmente se convierta en una máquina, una ineficiente y defectuosa máquina, algo para tirar, algo para destruir.

martes, 17 de abril de 2007

Esclavitud (Capítulo 2 de 3: Actualidad)

Situación Actual: Hipocresía
Paulatinamente, los históricos artificios para justificar la esclavitud fueron perdiendo peso. Se perdió fe en los hijos de Dios, se perdió la fascinación producida por la riqueza de los amos, las ciudadanías selectivas, el foco en las diferencias externas del ser humano. Especialmente para los últimos dos casos remarco que fueron perdiendo peso como justificativos de la esclavitud. Las ciudadanías selectivas, y especialmente la xenofobia siguen existiendo y parecen estar resurgiendo en los últimos tiempos, sin embargo, la esclavitud, universalmente es reprobada en la actualidad. Es reprobada si, pero existe, y existe con igual o más fuerza que antes, lo que cambió es que el mundo, es, época tras época, más hipócrita.

Sigue habiendo grupos con poder, y grupos sin él, sigue habiendo tareas indeseables, y siguen siendo realizadas por los grupos débiles, sigue habiendo esclavitud, y es natural que sea así. Sigue habiendo esclavitud, aunque le llamemos trabajo, sigue habiendo esclavos, aunque se prefiera llamarles trabajadores abnegados, sigue habiendo amos, aunque sean distinguidos como prestigiosos empresarios, sigue existiendo el látigo, lo conocemos como miseria, siguen limitando las cadenas, aunque no se quiera admitir que están hechas de ignorancia. Todo esto sigue existiendo porque existe una diferencia abismal de poder entre las personas, y de esa brecha surge el desprecio.

La selección: El corte
El desprecio, el considerarse más, sigue existiendo, lo sienten los países del primer mundo sobre los subdesarrollados, y justificándose en él, devastan sus recursos naturales, destruyen su cultura, asesinan a su gente, y con ello mantienen el lujo de sus ciudades, lo sienten los empresarios por sus empleados, y entonces le pagan el mínimo y le exigen el máximo, lo siente el rico por el pobre y lo considera indigno, inmoral. El desprecio existe, y lo todos lo experimentamos, siempre existen individuos sobre los cuales nos sentimos superiores, especialmente cuando incluimos en el conjunto con el cual compararnos a todo el reino animal. Probablemente ninguno, por igualitario que sea, sienta indignación por la matanza de vacunos en un frigorífico, o por la mísera vida de las gallinas en las avícolas. Todos hacemos un corte, separando a los seres privilegiados de los que no lo son, este corte, para algunas personas, coloca a humanos a ambos lado de él, para otras, separa humanos de animales, habrá inclusive quienes incluyan algunos animales dentro del grupo privilegiado, y he conocido cortes muy peculiares cuando las personas ven la imagen de un carro de un hurgador tirado por caballos, esa imagen, en demasiada gente, provoca compasión por el caballo y no por el hombre, extrañamente se les hace más fácil imaginar al caballo limpio y bien alimentado, llevando sobre su lomo a un elegante jinete, mientras sortea los obstáculos en un torneo de equitación, que al andrajoso indigente, bien vestido, dando una conferencia en una prestigiosa universidad. Por más curiosos que sean, todos son cortes, toda persona tiene su corte, algunos nos podrán parecer más o menos reprobables, pero todos tenemos uno.

domingo, 15 de abril de 2007

Esclavitud (Capítulo 1 de 3: Pasado)

La esclavitud, en su acepción más incluyente, que podríamos esbozar como: “estar obligado a realizar una tarea para beneficio de otro” es un fenómeno que ha teñido todas las civilizaciones en nuestra historia, y continúa su flagelo en la actualidad, oculta bajo distintos disfraces. Aunque nuestras sociedades continúan reproduciendo y acelerando el desarrollo y la desigualdad, alimento esencial de la esclavitud, las mismas, desde hace un tiempo, produjeron un ítem, que puede ser visto como la única esperanza para acabar con ella. Este ítem es la máquina.

En esta serie de tres artículos: Daré mi visión sobre como surge la esclavitud, cual es el sentimiento detrás de ella, y como fue justificada históricamente en la primer entrega. Luego, en la segunda exposición, mostraré como actualmente se dibuja la situación de esclavitud, y como se definen los nuevos cortes entre individuos que disfrutan del desarrollo y otros que lo generan. Finalmente, en el tercer artículo, introduzco la visión de la máquina como esperanza para erradicar la esclavitud, y también planteo la necesidad paralela de que el hombre deje de funcionar como máquina, asuma la situación de esclavitud ante la sociedad que padece y lo destruye, y finalmente busque su camino para convertirse en un ser con individualidad, un ser libre.

Surgimiento: Desarrollo y poder
Las sociedades, en mayor o menor medida, siempre fueron esclavistas. En todas ellas hubo grupos de personas con poder, y otros sin él, y existieron, en ellas, tareas que ambos sectores de la sociedad no consideraban gratas, ya sea por que eran nocivas, indignas, demasiado fatigosas, aburridas, o por otro motivo, la realidad indicaba que no existían personas que voluntariamente quisieran hacerlas, o al menos no había suficiente de ellas para realizarlas, pero eran, estas tareas, imprescindibles, o al menos los grupos poderosos lo consideraban de esta manera. De esas condiciones, surge naturalmente la esclavitud.

Los faraones egipcios quisieron unas magníficas tumbas y se construyeron las pirámides. Luego de conquistar todos los reinos que la componen, el primer emperador chino decidió construir kilómetros de muralla para que su reino fuera impenetrable, y la colosal muralla china fue construida. La civilización griega tuvo un masivo vuelco al arte y la cultura, y actualmente seguimos admirando el legajo de estas personas. En estos tres proyectos, como en infinidad de otros, miles, cientos de miles, millones de esclavos fueron necesarios para su concreción. Intencionalmente elegimos ejemplos cuyo producto admiramos y agradecemos, aunque condenamos el sufrimiento que ocasionó su realización. Misma condena que aplicamos a los millones de esclavos, que al servicio de inútiles burgueses, desperdiciaron sus vidas en caprichos fatuos.

La condena es la misma, es cierto, aunque surge, en nuestras mentes, la duda si cambiaríamos la historia si tuviésemos los medios. ¿Elegiríamos perder las pirámides?, ¿perder la muralla china?, ¿el maravilloso arte y las geniales ideas de la Grecia clásica? Sin esclavos, las pirámides y la muralla china no se hubieran construido, o estarían construyéndose aún, y si en su democracia, los griegos hubiesen incluido a sus esclavos, no hubieran tenido ese ingrediente indispensable para el arte que es el ocio, y sus obras hubiesen sido tan escasas como las de cualquier civilización en cualquier momento de la historia.

Sentimiento: Desprecio
Siempre hubo esclavitud, y la sigue habiendo. Probablemente desde los primeros eslabones del hombre primitivo, un sector se sintió, por alguna característica de sus integrantes, superior a otro, y consideró justo esclavizarlo. El sentimiento detrás de la esclavitud es el desprecio, el considerar menos al otro, podría pensar que es el odio, pero el odio iguala, del odio no surge la esclavitud, surge el asesinato o la tortura, y si se esclaviza, se utiliza como medio de tortura, tortura psicológica más que física, un igual no sufre realizando las tareas asignadas por su amo, por desagradables y dolorosas que sean, sufre por estar obligado a hacerlas, y por tener que hacerlas para su amo.

Justificación: Diferencias
El desprecio es el que genera la esclavitud, y las diferencias son la herramienta para justificarlas.

Los faraones se consideraban hijos de Dioses, el resto de los egipcios no eran más que su rebaño. El emperador chino mencionado, no conforme con el poder que le otorgaba su título, también eligió el misticismo, y se autoproclamo hijo de Dios, de igual manera, la mayoría de los reinos, para crear diferencias cuando no las había, eligieron el círculo: “Fastuosidad-Fe”. Los palacios, la vestimenta y las procesiones de los reyes generaban, en sus súbditos, la fe en que los primeros eran seres especiales, emparentados con los Dioses, superiores, y era esta misma fé, la que les otorgaba riquezas y mano de obra para obtenerlos. En Grecia, en cambio, no había reinado, existía la democracia, estaban un paso adelante, aunque hacia la hipocresía. En esta sociedad, el parentesco definía quién era ciudadano griego y quién no, los primeros eran libres y vivían en democracia, y los segundos eran una propiedad más de los primeros.

En los tres casos usados como ejemplo las diferencias entre opresores y oprimidos fueron elaboradas, obviamente también se utilizaron diferencias visibles entre los seres humanos, y la estrategia en esos casos fue enfocarla, desenfocando las otras. No importaba la sabiduría del individuo, sus habilidades, sus experiencias, su personalidad, y sí el color de su piel, estigmatizando su etnia, para, en una hábil comunión, ser considerado falto de alma por la iglesia católica, y factible de convertirse en propiedad privada por la civilización europea. Este patrón, variando ubicación geográfica, esclavistas y esclavos, y la característica física que los diferenciaban, se repitió en todas partes del globo, y en cada una de las épocas, produciéndose en civilizaciones tan disímiles que quizás la único que tuviesen en común sea la xenofobia.

Donaciones

Imagina un mundo en el cual todos regalemos lo mejor que hacemos, y todos hagamos lo que más nos gusta hacer.

Luego, no solo imagínalo, sino que también, vive en él. Yo ya estoy allí, acompáñame.

Un abrazo,
Diego

Compartir

En caso de querer compartir este artículo en otro lugar, les agradezco se comuniquen conmigo agregando un comentario en el artículo (click en "comentarios" debajo del texto) . Los comentarios son moderados por lo que no duden en colocar su dirección de e-mail en ellos.

Un abrazo,
Diego