jueves, 9 de agosto de 2007

La sociedad sin dinero (Cápitulo 6 de ?: Posible y sustentable)

El universo presentado en el capítulo anterior quizás parezca un cuento de hadas, un delirio fantástico, o una construcción onírica propia de un mundo sin lógica, pero no es el caso, la lógica que la rige es precisa, sus diferencias con la sociedad actual no está allí, sino en los axiomas en las que se basan ambas.

En nuestra sociedad reina la individualidad. Cada persona vive como si fuera el único ser del universo, entonces para ella, no hay nadie que le regale algo, ni nadie a quién ofrecer algo. De esa percepción surge la necesidad de negociar, cuando se quiere obtener placer, el mismo es canjeado por algún dolor. Luego, del negociar, germina la competencia, con ella, el negociante, otorgará el placer ofrecido a quién pague mayor dolor por él, pues él, para poder brindar ese placer que ahora está vendiendo, fue, de los clientes de su proveedor, el que más dolor ofreció, y ese escenario hace que el placer aumente su precio en dolor, lo cual refuerza la competencia, y perpetua el incremento de la brecha entre el valor del placer y el dolor. En cierto momento, el dolor crece tanto, que el individuo no puede soportarlo, y en esas circunstancias, se vuelve tentadora la idea de transferir a otros el sufrimiento necesario para pagar nuestro placer, siendo esta la matriz de donde nacen las empresas, las cuales crecen y se vuelven corporaciones. A esa tiranía llegó nuestra civilización, donde el valor monstruoso en dolor que adquirió el más simple placer, es transferido de dueños a gerentes, de gerentes a jefes, y de jefes a empleados, generando miles de torturados, para que una única persona tenga algunos momentos de placer.

La sociedad propuesta, en cambio, parte de una visión, en la que un grupo de personas con variados grupos y costumbres, viven como iguales. En esa realidad existen numerosas personas dispuestas a darnos lo que deseamos, y varias personas deseosas de lo que nosotros ofrecemos. Los deseos de todos los integrantes de esta sociedad, se convierten en placer inmediatamente, y lo que es más importante, no requirieron dolor para obtenerse. Esta instantaneidad y gratuidad, provoca que estos deseos no se conviertan en psicóticos, ni se disparen como compensación del sufrimiento padecido, sino que surgen sanamente de la íntima naturaleza de cada ser. La consecuencia de esta particularidad en el nacimiento de los mismos, es que el conjunto de deseos generados por la sociedad es altamente productivo, le otorgan a la sociedad más de lo que consumen de esta. El motivo de esta elevada productividad se debe a dos factores: El primero, y el de mayor importancia, es el explosivo incremento de la producción, fruto de la satisfacción de la vocación en cada uno de los integrantes de la sociedad. El segundo factor es la utilización comunitaria, y por lo tanto más eficiente, de los recursos que posee. En esta sociedad, donde uno puede obtener inmediatamente lo que desea, la propiedad privada es sencillamente ridícula, pues la misma es hija de la competencia, y esta no tiene como vivir en una sociedad con las características planteadas.

El relato del capítulo previo, refleja, en el breve pasaje de su personaje principal por la sociedad propuesta, los factores mencionados en el párrafo anterior. El primero de ellos, es ejemplificado principalmente por el gran proyecto en el cual el personaje principal abocará sus energías, también en la cordial atención en el restaurante, e indirectamente en el confort del auto que este maneja, y en la calidad de los alimentos que saborea, dado que en la producción de los mismos, cumplieron sus respectivas vocaciones, ingenieros, mecánicos, labradores, e innumerables personas realizando las tareas que más le agradaban en ese momento. El segundo factor, es visible explícitamente en la utilización que hace el personaje de los autos, e implícitamente en la conveniencia de desayunar en el restaurante y no prepararse individualmente el desayuno. En el primer caso, el uso compartido del bien, provoca que siempre tenga uno a disposición, y que la utilización del mismo sea mayor, dado que este nunca duerme guardando polvo en un garaje. El segundo caso refleja como naturalmente el personaje elige la opción grupal, óptima en cuanto a consumo de recursos, en demérito de la individual.

En conclusión, la sociedad propuesta, no solo es posible y sustentable, sino que también su productividad es, por definición, mayor a cualquiera que esté basada en la individualidad, como es el caso de la nuestra.

Donaciones

Imagina un mundo en el cual todos regalemos lo mejor que hacemos, y todos hagamos lo que más nos gusta hacer.

Luego, no solo imagínalo, sino que también, vive en él. Yo ya estoy allí, acompáñame.

Un abrazo,
Diego

Compartir

En caso de querer compartir este artículo en otro lugar, les agradezco se comuniquen conmigo agregando un comentario en el artículo (click en "comentarios" debajo del texto) . Los comentarios son moderados por lo que no duden en colocar su dirección de e-mail en ellos.

Un abrazo,
Diego