jueves, 9 de agosto de 2007

La sociedad sin dinero (Cápitulo 6 de ?: Posible y sustentable)

El universo presentado en el capítulo anterior quizás parezca un cuento de hadas, un delirio fantástico, o una construcción onírica propia de un mundo sin lógica, pero no es el caso, la lógica que la rige es precisa, sus diferencias con la sociedad actual no está allí, sino en los axiomas en las que se basan ambas.

En nuestra sociedad reina la individualidad. Cada persona vive como si fuera el único ser del universo, entonces para ella, no hay nadie que le regale algo, ni nadie a quién ofrecer algo. De esa percepción surge la necesidad de negociar, cuando se quiere obtener placer, el mismo es canjeado por algún dolor. Luego, del negociar, germina la competencia, con ella, el negociante, otorgará el placer ofrecido a quién pague mayor dolor por él, pues él, para poder brindar ese placer que ahora está vendiendo, fue, de los clientes de su proveedor, el que más dolor ofreció, y ese escenario hace que el placer aumente su precio en dolor, lo cual refuerza la competencia, y perpetua el incremento de la brecha entre el valor del placer y el dolor. En cierto momento, el dolor crece tanto, que el individuo no puede soportarlo, y en esas circunstancias, se vuelve tentadora la idea de transferir a otros el sufrimiento necesario para pagar nuestro placer, siendo esta la matriz de donde nacen las empresas, las cuales crecen y se vuelven corporaciones. A esa tiranía llegó nuestra civilización, donde el valor monstruoso en dolor que adquirió el más simple placer, es transferido de dueños a gerentes, de gerentes a jefes, y de jefes a empleados, generando miles de torturados, para que una única persona tenga algunos momentos de placer.

La sociedad propuesta, en cambio, parte de una visión, en la que un grupo de personas con variados grupos y costumbres, viven como iguales. En esa realidad existen numerosas personas dispuestas a darnos lo que deseamos, y varias personas deseosas de lo que nosotros ofrecemos. Los deseos de todos los integrantes de esta sociedad, se convierten en placer inmediatamente, y lo que es más importante, no requirieron dolor para obtenerse. Esta instantaneidad y gratuidad, provoca que estos deseos no se conviertan en psicóticos, ni se disparen como compensación del sufrimiento padecido, sino que surgen sanamente de la íntima naturaleza de cada ser. La consecuencia de esta particularidad en el nacimiento de los mismos, es que el conjunto de deseos generados por la sociedad es altamente productivo, le otorgan a la sociedad más de lo que consumen de esta. El motivo de esta elevada productividad se debe a dos factores: El primero, y el de mayor importancia, es el explosivo incremento de la producción, fruto de la satisfacción de la vocación en cada uno de los integrantes de la sociedad. El segundo factor es la utilización comunitaria, y por lo tanto más eficiente, de los recursos que posee. En esta sociedad, donde uno puede obtener inmediatamente lo que desea, la propiedad privada es sencillamente ridícula, pues la misma es hija de la competencia, y esta no tiene como vivir en una sociedad con las características planteadas.

El relato del capítulo previo, refleja, en el breve pasaje de su personaje principal por la sociedad propuesta, los factores mencionados en el párrafo anterior. El primero de ellos, es ejemplificado principalmente por el gran proyecto en el cual el personaje principal abocará sus energías, también en la cordial atención en el restaurante, e indirectamente en el confort del auto que este maneja, y en la calidad de los alimentos que saborea, dado que en la producción de los mismos, cumplieron sus respectivas vocaciones, ingenieros, mecánicos, labradores, e innumerables personas realizando las tareas que más le agradaban en ese momento. El segundo factor, es visible explícitamente en la utilización que hace el personaje de los autos, e implícitamente en la conveniencia de desayunar en el restaurante y no prepararse individualmente el desayuno. En el primer caso, el uso compartido del bien, provoca que siempre tenga uno a disposición, y que la utilización del mismo sea mayor, dado que este nunca duerme guardando polvo en un garaje. El segundo caso refleja como naturalmente el personaje elige la opción grupal, óptima en cuanto a consumo de recursos, en demérito de la individual.

En conclusión, la sociedad propuesta, no solo es posible y sustentable, sino que también su productividad es, por definición, mayor a cualquiera que esté basada en la individualidad, como es el caso de la nuestra.

jueves, 26 de julio de 2007

La sociedad sin dinero (Cápitulo 5 de ?: Un viaje hacia ella)

Es tarde en la noche, estamos fatigados por el trabajo realizado en el día, pero las responsabilidades asumidas para mañana, nos provocan unas largas horas de torturante insomnio. No nos gusta nuestro trabajo, es aburrido, simple, y reiterativo, nos molestan sus tareas, y nos frustra perder tiempo de nuestras vidas en ellas, teniendo en la mente ese genial proyecto que no podemos realizar por falta de recursos.

Luego de divagar largo tiempo entre problemas y soluciones, entre tareas y proyectos, entre esperanzas y descontento, el cansancio nos vence, y el sueño finalmente accede a abrigarnos. Este sueño como muchos, en esta noche como tantas, provoca una singularidad, una alteración en el curso de la civilización, en este sueño, no solo las ideas se organizan en la mente, también los hechos se organizan en la historia. Una mano mágica, va cambiando una a una las decisiones tomadas por los seres humanos, de modo que las consecuencias de estas generen una sociedad sin dinero ni comercio, y cuando su obra está terminada, nos despierta amablemente, y nos informa del cambio.

Aún somnolientos, y con algo de hambre, procedemos a vestirnos y prepararnos un desayuno. Abrimos el refrigerador, leche, pan envasado, y manteca, mermelada?, no hay, queso?, tampoco, “all included” recordamos, “interesante” opinamos, “exploremos este mundo” decidimos.

Salimos de casa hacia el garaje con la intención de comprar lo más gustoso del supermercado, al salir, estacionados en la calle donde residimos, nos sorprenden un conjunto de autos, nuevos, flamantes, de variados estilos, y todos con la puerta abierta, caminamos unos pasos hacia el garaje donde nos espera nuestro viejo auto, “all included” recordamos, detenemos nuestro andar, dudamos, “all included” nos decimos, e inmediatamente desandamos camino hacia la calle, admiramos las filas intermitentes de autos que remarcan ambas aceras, y elegimos entre los cercanos el que más nos agrada, entramos, dudamos nuevamente, “all included” nos convencemos, y arrancamos.

El confortable andar nos deleita, mientras vamos elaborando mentalmente la lista de ese desayuno perfecto que ya imaginamos degustar. Durante este apacible paseo observamos la cuidada estética de cada calle, cada edificio, parque, plaza, de toda la ciudad, y como toda esa belleza resurge, reina, ante la ausencia de anuncios, carteles, publicidad, que desnaturalice el ambiente.

En algún lugar del camino, un delicioso aroma a bizcochuelo recién horneado mezclado con el fuerte aroma de un exquisito café, nos invita a buscar su origen con la mirada. En la esquina donde nos detuvimos, un coqueto restaurante nos presenta otra linda opción para saciar nuestro apetito, probablemente con una propuesta aún más deliciosa, y seguramente con una rapidez mayor. Estacionamos el auto, salimos de él, y lo dejamos abierto.

Entramos al restaurante, la decoración es acogedora, nos sentimos como en el comedor de nuestra casa. Somos atendidos cordial, y naturalmente, vemos en sus rostros la alegría de quién gusta de lo que hace, nos comentan las variadas opciones que el establecimiento ofrece y nos recomiendan su especialidad, accedemos a probar esta última, y en un tiempo prudencial para su precisa elaboración, nuestro desayuno está esplendoroso frente a nuestros ojos, probamos un bocado, y un sinfín de sensaciones desbordan nuestros sentidos, en ese momento de éxtasis, un mal recuerdo rompe nuestro placer, deberíamos salir inmediatamente para trabajar, un instante depresivo, una sonrisa, “all included” pintado en la mente, “no trabajo más ahí” la decisión instantánea, una llamada, una tímida explicación, una respuesta desinteresada: “no entendiamos porque seguía haciendo eso, todos esos cargos son ocupados por máquinas”, el alivio increíble, la paz absoluta, la libertad total, y al dispersarse esa nube de responsabilidades, rutina, y tedio, el proyecto, el formidable proyecto, ese proyecto de gran utilidad para la humanidad, y ahora más brillante aún, con las últimas piezas en su preciso lugar, la motivación renovada, la energía potenciada, la sangre fluyendo agitada en las venas, la vida en su mayor esplendor, y todavía, un manjar, como primer hito del camino.

jueves, 19 de julio de 2007

La sociedad sin dinero (Cápitulo 4 de ?: El dinero, causa de injusticia ó innecesario)

En la actualidad, la inmensa mayoría de las personas, para gran parte de sus deseos, se encuentra, utilizando la clasificación presentada en el capítulo anterior, dentro de los primeros dos grupos, y una ínfima minoría cae en el tercer grupo.

Esta particular distribución, provoca que un elevado número de personas viva frustrada, esclavizada en una cadena incesante de consumo, y juntando envidia, rencor, y odio, por quienes están en el último grupo.

Esta situación, fomentada por los integrantes de este último sector, dada su infinita codicia, y gracias a dos armas principalmente: la exaltación del consumo, cuando navegan en aguas legales, y la corrupción, cuando necesitan embarrarse, esta empujando a nuestra sociedad al borde de un colapso, para los cuales, los tibios embates revolucionarios, fueron simples escapes de gas, liberando momentáneamente presión, en una olla a punto de estallar.

Este método, el revolucionario, históricamente no funcionó, pues es simplemente eso, liberar presión, es como el alcohol para una persona con problemas, un analgésico para un enfermo, calma pero no cura, satisface pero no soluciona, libera presión pero no aparta la olla del fuego.

La presión que se está generando dentro de los primeros grupos, surge por el gran obstáculo que se interpone entre su desear y su obtener, surge por la existencia del dinero categorizando esos obstáculos. Es el dinero, el fuego que está extenuando la resistencia de esa olla a presión.

En cambio, en los individuos del tercer grupo, el dinero incide en forma distinta en sus vidas. Estas personas tienen un poder adquisitivo tal, que pueden saciar prácticamente todos sus deseos inmediatamente, y sin que esto implique perder esta posibilidad en el futuro. Para quienes están en esta situación, el dinero es un adorno, un número sin importancia, un elemento innecesario impuesto por la sociedad, una molestia, mínima, pero una molestia al fin, tan insignificante como tener una cuenta en un banco, una tarjeta de crédito o una chequera en la cartera, y firmar un papel cuando sea necesario, pero es sin duda una molestia. En definitiva, para ellos, el dinero, es algo molesto e innecesario.

Hasta aquí, en este capítulo, hemos evaluado que representa el dinero para los integrantes de los grupos producidos por la categorización presentada en el capítulo previo. El motivo de este análisis, es que la sociedad actual, es la de los primeros dos grupos, y la ideal, es en la cual todos sus integrantes están en el grupo tres.

Una sociedad, donde todos los individuos que la componen, tienen la posibilidad de satisfacer inmediatamente la gran mayoría de sus deseos, esta muy cerca de la perfección, y en ella, como vimos, el dinero es innecesario.

En conclusión, en una sociedad fuertemente injusta como la nuestra, el dinero es la causa, y en una sociedad casi perfecta como la mencionada, el mismo es innecesario. El corolario trivial que surge de esta reflexión, nos indica claramente cual es el camino a seguir, erradicar el uso del dinero, erradicando el comercio.

jueves, 12 de julio de 2007

La sociedad sin dinero (Cápitulo 3 de ?: El dinero, un obstáculo)

La ilusión que sostiene al dinero, es que gracias a él podemos obtener lo que deseamos, cuando en realidad él es el obstáculo a superar, la barrera entre el desear y el obtener.

Actualmente cuando una persona siente la necesidad de algo, la sociedad le pone un precio, y según ese valor, su camino a obtenerlo se transformará en una de las siguientes opciones: un puente roto, ó un largo, tortuoso, y empinado camino, ó simplemente una puerta, con el agravante que el resultado de esta transformación, no solo dependerá del precio que la sociedad impuso, sino también del poder adquisitivo de la persona que desea, el cual, en cierta medida, la sociedad también impuso.

Esta situación provoca que para cierta persona, ciertos deseos serán imposibles de satisfacer, por más talento y energía que esta tenga, llenando de frustración a la misma. Otros deseos, se le serán postergados cierto tiempo, y en ese intervalo, seguramente surgirán otros que también se le postergarán, probablemente este obligado a realizar tareas que le desagraden para alcanzar el mismo, e incluso podrá ocurrir, que al alcanzar su objetivo, el deseo que inició el camino ya no exista, o las penurias padecidas le den un sabor amargo a la meta. Este caso, es aún peor que el primero, pues al estado de frustración permanente, se le suma la desconexión con la realidad, pues la esperanza los esclaviza en un ciclo de placeres a futuro y dolor en el presente, los convierte en burros haciendo andar el molino buscando alcanzar la zanahoria. Por último, habrá deseos que podrá satisfacer inmediatamente, siendo estos momentos de plena conexión con el presente, en los cuales el sentir esta en armonía con el hacer, los únicos en los que sentirá verdadero placer.

Esta distinción en la satisfacción de los deseos fijando la persona y variando los deseos, se puede aplicar a la inversa, fijando el deseo y variando las personas, lo cual agrega a la problemática mencionada, la injusticia que se presenta en ella, y potencia la frustración, y la tendencia a la esclavitud en los sectores cadenciados, por compararse con los pudientes y para salir de ese estado respectivamente.

La elaboración desarrollada en los párrafos previos es lo que nos permite justificar la afirmación que adelantamos en el primer párrafo de este capitulo, la cual expresaba que el dinero es el obstáculo entre el desear y el obtener. Este puede ser desde un límite infranqueable hasta un simple portón, pero siempre es un obstáculo.

jueves, 5 de julio de 2007

La sociedad sin dinero (Cápitulo 2 de ?: El surgimiento del dinero)

Existen numerosos conceptos que se fueron enquistando en la sociedad, uno de ellos es el dinero. Este, en la primer aproximación, nos parece un pilar fundamental en la estructura de nuestra sociedad, pero si profundizamos en la observación veremos que esto es solo una ilusión.

El dinero es simplemente una herramienta, un concepto que resulto muy eficiente para favorecer el comercio, y el cual le de dió la fuerza necesaria para tener a los humanos bajo su poder.

En sus inicios el comercio era una actividad muy precaria, funcionaba más como generador de variedad que como mecanismo de obtención de ganancia, estaba más emparentado con el compartir que con el negociar. Esta concepción cambió radicalmente con la aparición del dinero, y esta transformación fue, a mi entender, el error más grave de la humanidad, y la matriz de toda la desigualdad que padece la sociedad en la que vivimos.

Este bien abstracto ideal, es atractivo universalmente por su posibilidad de cambiarse por el bien concreto que más se desee, es fácil de acumular pues no se descompone ni se gasta, y es fraccionable por su carácter representativo, entre otras muchas cualidades con las que cuenta. Estas características volcaron a los humanos a dirigir todo su esfuerzo en obtener ese bien etéreo, introduciendo a la humanidad en una competencia voraz, donde la ganancia desterró a la voluntad como directora de las acciones de los individuos.

Desde ese momento la sociedad fue perdiendo seres libres, creativos, con individualidad, para plagarse de bestias de carga adoradoras del dinero y esclavas del comercio.

domingo, 1 de julio de 2007

La sociedad sin dinero (Cápitulo 1 de ?: Introducción)

Durante largo tiempo tuve la inquietud de diseñar una estructura de sociedad justa. Para ello siempre consideré necesario evitar la acumulación de poder, y tuve como principio fundamental, el brindar exactamente las mismas posibilidades a todo ser humano que la integre.

En esa dirección, fui transitando distintas opciones. Empecé por mecanismos más o menos originales para el reparto de riquezas, a los cuales, a medida que le encontraba fallas los iba haciendo más complejos, hasta que inevitablemente se volvían insostenibles. Luego, consideré necesario abolir la herencia. Al menos de esa manera la acumulación de riqueza y poder sería menor, al contar con una sola vida para el voraz acopio, y a su vez, la imposibilidad de transferir las riquezas a sus descendientes, motivaría, que luego de un momento de inflexión en la vida, las personas ocuparan más tiempo en disfrutar su riqueza, y menos en acumularla. Esta idea padecía de la facilidad de desvirtuarla, bastando simplemente con traspasar los bienes mediante ventas simbólicas, y aún funcionando de acuerdo a su espíritu, presentaba el problema de las diferencias provocadas por el estrato social de los padres en la educación de sus hijos, la cual claramente incidía en las posibilidades de desarrollo de los últimos. Esta falta de igualdad requería de la antipática solución de extraer a los niños de sus familias, y brindarle una educación igual a todos ellos. Si bien este mecanismo establece la igualdad que la versión anterior carecía, la imagen que sugiere tiene un olor fascista tan potente que causa nauseas. Si controlamos nuestro estomago, y vemos la propuesta racionalmente, la misma es válida, siempre y cuando este centro funcione como una comuna, y que su misión sea exclusivamente aportar los medios necesarios para satisfacer las inquietudes de aprendizaje que tengan quienes se están formando allí, evitando de manera radical cualquier tipo de adoctrinamiento.

La cadena de razonamientos expuesta en el párrafo anterior, presenta la dificultad que existe para alcanzar algo tan natural como la igualdad de posibilidades para los seres humanos, y desnuda la profundidad de los cambios necesarios para alcanzar este objetivo.

Habiendo transitado esas elaboraciones mentales, y muchas otras que no quedaron en memoria o no aporta incluirlas, un día, planificando unas vacaciones, me ofrecieron un paquete turístico con la opción “all inclusive”, cuyo concepto me resulto muy seductor. Esta configuración, permitía a quién la contrataba, utilizar todos los servicios en el entorno de cierto complejo vacacional sin costo alguno. Si bien contratar esta opción implicaba un desembolso económico extra, que superaba ampliamente al que ocasionaría un uso normal de los servicios ofrecidos, su espíritu fue el que me resultó atractivo.

Vivir, al menos por cierto tiempo, en un lugar donde se pueda tomar todo lo que se encuentre atractivo en el camino, sin ensuciar el disfrute del mismo con una inoportuna transacción monetaria, me pareció una sensación en extremo agradable. Esa simple propuesta comercial, paradójicamente proponía una sociedad sin comercio, una sociedad sin dinero. Un universo donde sus seres brindan lo que alegremente producen, y toman lo que íntimamente desean. Un jardín del Edén en el cual experimentar completamente la vida, y del cual no somos expulsados por la voluntad del poder.

La distancia entre este idílico mundo y el nuestro, no es un camino compuesto por una compleja sucesión de cambios profundos, no es ni siquiera un camino, es simplemente una puerta, siendo ésta la desaparación del dinero, o más generalmente la desaparición del comercio.

jueves, 31 de mayo de 2007

Trabajo y alcohol

El título elegido puede sonar contradictorio. La carga asociativa, que durante la historia de la humanidad se le ha puesto a estas palabras provoca esa sensación. Seguramente, al leer la primera, construyan en vuestras mentes la imagen de un abnegado padre de familia buscando el bienestar de sus seres queridos, en cambio, al enfrentarse con la segunda, esbocen una sonrisa, mientras brota el recuerdo de alguna persona exhibiendo un comportamiento inusual, bajo el efecto de esta sustancia. Sin embargo, a pesar de disparar escenarios tan distintos entre si, funcionan de la misma manera: nublan la conciencia de los seres humanos, los desconectan de la realidad que padecen, y disminuyen su poder intelectual y sensitivo, y principalmente, cumplen el mismo objetivo en la sociedad: crear individuos dóciles, sumisos, y fáciles de gobernar.

Este inteligente mecanismo del poder, no es un invento de nuestra sociedad, esa vida pendular, que alterna el trabajo y el alcohol, se encuentra en todas las eras, y cubriendo todos los sectores poblados del planeta, bastando un somero recorrido por la literatura histórica universal para comprobarlo.

Desde las tabernas medievales, pasando por los bares de comienzos de la era industrial, hasta nuestras psicodélicas discotecas, la pareja trabajo-alcohol ha sido el yin y el yang de la evasión de la conciencia. Ser conciente es doloroso, la mente reclama superarse, y los caminos están plagados de sufrimientos. Allí es donde aparece tentador el binomio mencionado, es visto como un anestésico sustentable, una vía para disociar la mente del alma, una forma de esclavizar a la primera en una tarea ajena y empequeñecedora para ser capaz de comprar alcohol en la cual diluirla, y con la cual debilitarla para cercenar su capacidad de hacer algo más complejo que la tarea proveedora. En este ciclo, al poco tiempo de transitarlo, el ser humano, sin darse cuenta, pierde su individualidad y se convierte en un herrumbroso engranaje, uno entre millones iguales, siendo movidos por algunos de sus pares, y moviendo a otros, girando incesantemente, oxidándose inexpugnablemente, perdiendo dientes hasta que se torna inútil, siendo remplazado despreocupadamente por otro igual, siendo olvidado, muriendo.

El hombre debe escapar de ese estado primitivo en el que se encuentra, debe trascender la máquina, debe superar la bestia, debe ser humano. Debe unir alma, mente, y cuerpo, y cuando esa trinidad comulgue, ahí recién podrá ser, podrá ser humano. El proceso va a estar plagado de sufrimiento, y no es seguro culminarlo, pero es el único camino en el que se sentirá realizado, en el que se sentirá vivo.

Los otros no son más que anestésicos, engaños, estrategias del poder para controlar a su rebaño, maniobras que se definen perfectamente con la popular frase “Dios aprieta, pero no ahorca”, a la cual habría que agregarle luego de una segunda coma, “esclaviza”, pero de esa manera los sacerdotes no podrían utilizarla como ejemplo de la misericordia de Dios. El poder funciona análogamente a Dios en esa frase, apreta hasta el máximo, y un instante antes de la asfixia, libera, pues un esclavo muerto no es útil, y al poco tiempo vuelve a apretar, siendo esa mínima extensión de su soltar, el factor clave de la trampa. El afán por utilizar esos cortos momentos de alivio, por olvidar rápidamente los padecimientos previos, y los que es seguro que vendrán, por evadir el constante martirio ocasionado por la carencia de sentido de la vida, es lo que provoca ese feroz deseo de apagar la mente y diluir la conciencia, y cuando alcanzan ese estado, las personas, experimentan una falsa libertad, una sombra de placer, pero no advierten que esas sensaciones son provocadas por que el poder esta aceitando los engranajes de su maquinaria.

El alcohol es el lubricante del hombre-engranaje, es lo que lo hace funcionar sin hacer ruido, sin trabarse, sin detenerse, es el aceite de la maquinaria del poder, con él, el hombre, sigue funcionando sin protestar, sin reflexionar sobre su esclavitud, sin luchar por su libertad, con él, paradójicamente cree liberarse, cuando en realidad esta perfeccionando su disfraz de engranaje, con él, por cobardía, se reduce a su mínima expresión, se sumerge debajo de los animales, no es la bestia que reside en su subconsciente, es solamente una máquina, un objeto que cumple ordenes.

El hombre si quiere serlo, debe evitar los anestésicos provistos por el poder, debe sufrir, y debe observar su sufrimiento, debe ser plenamente conciente de él, hasta llegar a percibir su disfraz de engranaje, y contra este disfraz debe convocar a su fiera interior, para dañarlo, desgarrarlo, destruirlo, debe tener coraje para soportar el dolor de la lucha, y debe luchar hasta morir, debe morir como engranaje y nacer como rebelde, y recién en ese momento, experimentará la verdadera libertad, la libertad conciente, la fusión del alma, la mente, y el cuerpo, la asociación de los deseos propios de su ser, de los aprendidos, y de las acciones que realiza para saciarlos, de esta manera en una única dirección fluirá su vida, y solo en pos de alcanzar su propia meta aplicará su fuerza.

domingo, 22 de abril de 2007

Esclavitud (Capítulos 1, 2 y 3)

La esclavitud, en su acepción más incluyente, que podríamos esbozar como: “estar obligado a realizar una tarea para beneficio de otro” es un fenómeno que ha teñido todas las civilizaciones en nuestra historia, y continúa su flagelo en la actualidad, oculta bajo distintos disfraces. Aunque nuestras sociedades continúan reproduciendo y acelerando el desarrollo y la desigualdad, alimento esencial de la esclavitud, las mismas, desde hace un tiempo, produjeron un ítem, que puede ser visto como la única esperanza para acabar con ella. Este ítem es la máquina.

En este artículo daré mi visión sobre como surge la esclavitud, cual es el sentimiento detrás de ella, y como fue justificada históricamente en la primer entrega. Luego, mostraré como actualmente se dibuja la situación de esclavitud, y como se definen los nuevos cortes entre individuos que disfrutan del desarrollo y otros que lo generan. Finalmente, introduzco la visión de la máquina como esperanza para erradicar la esclavitud, y también planteo la necesidad paralela de que el hombre deje de funcionar como máquina, asuma la situación de esclavitud ante la sociedad, que padece y lo destruye, y conciente de ello, busque su camino para convertirse en un ser con individualidad, un ser libre.

Surgimiento: Desarrollo y poder
Las sociedades, en mayor o menor medida, siempre fueron esclavistas. En todas ellas hubo grupos de personas con poder, y otros sin él, y existieron, en ellas, tareas que ambos sectores de la sociedad no consideraban gratas, ya sea por que eran nocivas, indignas, demasiado fatigosas, aburridas, o por otro motivo, la realidad indicaba que no existían personas que voluntariamente quisieran hacerlas, o al menos no había suficiente de ellas para realizarlas, pero eran, estas tareas, imprescindibles, o al menos los grupos poderosos lo consideraban de esta manera. De esas condiciones, surge naturalmente la esclavitud.

Los faraones egipcios quisieron unas magníficas tumbas y se construyeron las pirámides. Luego de conquistar todos los reinos que la componen, el primer emperador chino decidió construir kilómetros de muralla para que su reino fuera impenetrable, y la colosal muralla china fue construida. La civilización griega tuvo un masivo vuelco al arte y la cultura, y actualmente seguimos admirando el legajo de estas personas. En estos tres proyectos, como en infinidad de otros, miles, cientos de miles, millones de esclavos fueron necesarios para su concreción. Intencionalmente elegimos ejemplos cuyo producto admiramos y agradecemos, aunque condenamos el sufrimiento que ocasionó su realización. Misma condena que aplicamos a los millones de esclavos, que al servicio de inútiles burgueses, desperdiciaron sus vidas en caprichos fatuos.

La condena es la misma, es cierto, aunque surge, en nuestras mentes, la duda si cambiaríamos la historia si tuviésemos los medios. ¿Elegiríamos perder las pirámides?, ¿perder la muralla china?, ¿el maravilloso arte y las geniales ideas de la Grecia clásica? Sin esclavos, las pirámides y la muralla china no se hubieran construido, o estarían construyéndose aún, y si en su democracia, los griegos hubiesen incluido a sus esclavos, no hubieran tenido ese ingrediente indispensable para el arte que es el ocio, y sus obras hubiesen sido tan escasas como las de cualquier civilización en cualquier momento de la historia.

Sentimiento: Desprecio
Siempre hubo esclavitud, y la sigue habiendo. Probablemente desde los primeros eslabones del hombre primitivo, un sector se sintió, por alguna característica de sus integrantes, superior a otro, y consideró justo esclavizarlo. El sentimiento detrás de la esclavitud es el desprecio, el considerar menos al otro, podría pensar que es el odio, pero el odio iguala, del odio no surge la esclavitud, surge el asesinato o la tortura, y si se esclaviza, se utiliza como medio de tortura, tortura psicológica más que física, un igual no sufre realizando las tareas asignadas por su amo, por desagradables y dolorosas que sean, sufre por estar obligado a hacerlas, y por tener que hacerlas para su amo.

Justificación: Diferencias
El desprecio es el que genera la esclavitud, y las diferencias son la herramienta para justificarlas.

Los faraones se consideraban hijos de Dioses, el resto de los egipcios no eran más que su rebaño. El emperador chino mencionado, no conforme con el poder que le otorgaba su título, también eligió el misticismo, y se autoproclamo hijo de Dios, de igual manera, la mayoría de los reinos, para crear diferencias cuando no las había, eligieron el círculo: “Fastuosidad-Fe”. Los palacios, la vestimenta y las procesiones de los reyes generaban, en sus súbditos, la fe en que los primeros eran seres especiales, emparentados con los Dioses, superiores, y era esta misma fé, la que les otorgaba riquezas y mano de obra para obtenerlos. En Grecia, en cambio, no había reinado, existía la democracia, estaban un paso adelante, aunque hacia la hipocresía. En esta sociedad, el parentesco definía quién era ciudadano griego y quién no, los primeros eran libres y vivían en democracia, y los segundos eran una propiedad más de los primeros.

En los tres casos usados como ejemplo las diferencias entre opresores y oprimidos fueron elaboradas, obviamente también se utilizaron diferencias visibles entre los seres humanos, y la estrategia en esos casos fue enfocarla, desenfocando las otras. No importaba la sabiduría del individuo, sus habilidades, sus experiencias, su personalidad, y sí el color de su piel, estigmatizando su etnia, para, en una hábil comunión, ser considerado falto de alma por la iglesia católica, y factible de convertirse en propiedad privada por la civilización europea. Este patrón, variando ubicación geográfica, esclavistas y esclavos, y la característica física que los diferenciaban, se repitió en todas partes del globo, y en cada una de las épocas, produciéndose en civilizaciones tan disímiles que quizás la único que tuviesen en común sea la xenofobia.

Situación Actual: Hipocresía
Paulatinamente, los históricos artificios para justificar la esclavitud fueron perdiendo peso. Se perdió fe en los hijos de Dios, se perdió la fascinación producida por la riqueza de los amos, las ciudadanías selectivas, el foco en las diferencias externas del ser humano. Especialmente para los últimos dos casos remarco que fueron perdiendo peso como justificativos de la esclavitud. Las ciudadanías selectivas, y especialmente la xenofobia siguen existiendo y parecen estar resurgiendo en los últimos tiempos, sin embargo, la esclavitud, universalmente es reprobada en la actualidad. Es reprobada si, pero existe, y existe con igual o más fuerza que antes, lo que cambió es que el mundo, es, época tras época, más hipócrita.

Sigue habiendo grupos con poder, y grupos sin él, sigue habiendo tareas indeseables, y siguen siendo realizadas por los grupos débiles, sigue habiendo esclavitud, y es natural que sea así. Sigue habiendo esclavitud, aunque le llamemos trabajo, sigue habiendo esclavos, aunque se prefiera llamarles trabajadores abnegados, sigue habiendo amos, aunque sean distinguidos como prestigiosos empresarios, sigue existiendo el látigo, lo conocemos como miseria, siguen limitando las cadenas, aunque no se quiera admitir que están hechas de ignorancia. Todo esto sigue existiendo porque existe una diferencia abismal de poder entre las personas, y de esa brecha surge el desprecio.

La selección: El corte
El desprecio, el considerarse más, sigue existiendo, lo sienten los países del primer mundo sobre los subdesarrollados, y justificándose en él, devastan sus recursos naturales, destruyen su cultura, asesinan a su gente, y con ello mantienen el lujo de sus ciudades, lo sienten los empresarios por sus empleados, y entonces le pagan el mínimo y le exigen el máximo, lo siente el rico por el pobre y lo considera indigno, inmoral. El desprecio existe, y lo todos lo experimentamos, siempre existen individuos sobre los cuales nos sentimos superiores, especialmente cuando incluimos en el conjunto con el cual compararnos a todo el reino animal. Probablemente ninguno, por igualitario que sea, sienta indignación por la matanza de vacunos en un frigorífico, o por la mísera vida de las gallinas en las avícolas. Todos hacemos un corte, separando a los seres privilegiados de los que no lo son, este corte, para algunas personas, coloca a humanos a ambos lado de él, para otras, separa humanos de animales, habrá inclusive quienes incluyan algunos animales dentro del grupo privilegiado, y he conocido cortes muy peculiares cuando las personas ven la imagen de un carro de un hurgador tirado por caballos, esa imagen, en demasiada gente, provoca compasión por el caballo y no por el hombre, extrañamente se les hace más fácil imaginar al caballo limpio y bien alimentado, llevando sobre su lomo a un elegante jinete, mientras sortea los obstáculos en un torneo de equitación, que al andrajoso indigente, bien vestido, dando una conferencia en una prestigiosa universidad. Por más curiosos que sean, todos son cortes, toda persona tiene su corte, algunos nos podrán parecer más o menos reprobables, pero todos tenemos uno.

La esperanza: Las máquinas
A medida que fue progresando las civilización, mayores fueron los proyectos ideados por el hombre, y mayor fue la cantidad de individuos que se necesitaron para los mismos, esto, sumado a que siempre hubo desigualdades, produjo la aparición de un corte que dividió a los que disfrutaban de los proyectos, de los que perdían, parcial o totalmente, su vida en los mismos. Esto fue siempre así, aunque, afortunadamente, el progreso de la civilización no solo sembró el veneno, sino también, a mi entender, su antídoto. Particularmente dentro del progreso, considero como sembrador de ambas, a la tecnología. Ella, a la vez, habilitó mayores proyectos, que requirieron mayor cantidad de obreros, definiendo a los mismos como el conjunto de individuos que elaboran un proyecto que no van a disfrutar, y desarrolló también técnicas, para disminuir la cantidad de obreros necesarios, y para facilitar su trabajo. Ambas capacidades de producción, están presentes en la tecnología, pero son los grupos con poder, los que deciden que proporción de veneno y antídoto cosechar.

A su vez, dentro de las numerosas plantas que crecen en la estancia de la tecnología, la que más y mejor antídoto produce, es la máquina, definida como el objeto que ejecuta una secuencia de tareas especificadas en un algoritmo, incluyendo en esta definición desde las primeras máquinas definidas a base de engranajes, pasando por los sofisticados robots usados en la fabricación de vehículos, y llegando al más complejo software. Son las máquinas el sustituto ideal del esclavo, son la única oportunidad de poner a todos los seres humanos, en el grupo de quienes disfrutan los proyectos

El paso: Dejar de funcionar como máquina
La esperanza son las máquinas, aunque primero el hombre debe dejar de funcionar como ellas y aprender a ser libre, debe darse cuenta en que momentos está siendo creativo y en cuales reactivo, cuando está haciendo lo que quiere y cuando está siguiendo un algoritmo. La sociedad, la religión, la familia, le imponen al hombre un algoritmo y el hombre lo sigue, se vuelve su esclavo y ni se da cuenta, se vuelve una máquina, pasa a ser una ínfima parte de su potencial, o quizás simplemente nada. El hombre tiene que cambiar, y tiene que hacerlo masivamente, actualmente la gran mayoría de las personas usan la mayor parte de su tiempo reaccionando, repitiendo tareas, siguiendo algoritmos, en vez de usar su potencial creador.

Las máquinas deberían hacer todas las tareas automatizables, y el hombre, únicamente, debería utilizar su creatividad para identificar estas tareas, y por más complejo que sea el automatismo necesario para implementarlas, diseñar la máquina que la ejecute.

Las máquinas están hechas para seguir un algoritmo, esa es su esencia, su definición, no se cansarán nunca de hacerlas, tampoco les parecerán aburridas pues carecen de creatividad, no está en su naturaleza tener opciones, no tienen vida. En cambio, un hombre siguiendo un algoritmo, se disminuye, se distingue de cualquier otro ser por ser creativo, y si se dedica a seguir, es natural que se fatigue, se atrofie, se vaya destruyendo psicológicamente, se vaya apagando su vida, y finalmente se convierta en una máquina, una ineficiente y defectuosa máquina, algo para tirar, algo para destruir.

jueves, 19 de abril de 2007

Esclavitud (Capítulo 3 de 3: Solución)

La esperanza: Las máquinas
A medida que fue progresando las civilización, mayores fueron los proyectos ideados por el hombre, y mayor fue la cantidad de individuos que se necesitaron para los mismos, esto, sumado a que siempre hubo desigualdades, produjo la aparición de un corte que dividió a los que disfrutaban de los proyectos, de los que perdían, parcial o totalmente, su vida en los mismos. Esto fue siempre así, aunque, afortunadamente, el progreso de la civilización no solo sembró el veneno, sino también, a mi entender, su antídoto. Particularmente dentro del progreso, considero como sembrador de ambas, a la tecnología. Ella, a la vez, habilitó mayores proyectos, que requirieron mayor cantidad de obreros, definiendo a los mismos como el conjunto de individuos que elaboran un proyecto que no van a disfrutar, y desarrolló también técnicas, para disminuir la cantidad de obreros necesarios, y para facilitar su trabajo. Ambas capacidades de producción, están presentes en la tecnología, pero son los grupos con poder, los que deciden que proporción de veneno y antídoto cosechar.

A su vez, dentro de las numerosas plantas que crecen en la estancia de la tecnología, la que más y mejor antídoto produce, es la máquina, definida como el objeto que ejecuta una secuencia de tareas especificadas en un algoritmo, incluyendo en esta definición desde las primeras máquinas definidas a base de engranajes, pasando por los sofisticados robots usados en la fabricación de vehículos, y llegando al más complejo software. Son las máquinas el sustituto ideal del esclavo, son la única oportunidad de poner a todos los seres humanos, en el grupo de quienes disfrutan los proyectos

El paso: Dejar de funcionar como máquina
La esperanza son las máquinas, aunque primero el hombre debe dejar de funcionar como ellas y aprender a ser libre, debe darse cuenta en que momentos está siendo creativo y en cuales reactivo, cuando está haciendo lo que quiere y cuando está siguiendo un algoritmo. La sociedad, la religión, la familia, le imponen al hombre un algoritmo y el hombre lo sigue, se vuelve su esclavo y ni se da cuenta, se vuelve una máquina, pasa a ser una ínfima parte de su potencial, o quizás simplemente nada. El hombre tiene que cambiar, y tiene que hacerlo masivamente, actualmente la gran mayoría de las personas usan la mayor parte de su tiempo reaccionando, repitiendo tareas, siguiendo algoritmos, en vez de usar su potencial creador.

Las máquinas deberían hacer todas las tareas automatizables, y el hombre, únicamente, debería utilizar su creatividad para identificar estas tareas, y por más complejo que sea el automatismo necesario para implementarlas, diseñar la máquina que la ejecute.

Las máquinas están hechas para seguir un algoritmo, esa es su esencia, su definición, no se cansarán nunca de hacerlas, tampoco les parecerán aburridas pues carecen de creatividad, no está en su naturaleza tener opciones, no tienen vida. En cambio, un hombre siguiendo un algoritmo, se disminuye, se distingue de cualquier otro ser por ser creativo, y si se dedica a seguir, es natural que se fatigue, se atrofie, se vaya destruyendo psicológicamente, se vaya apagando su vida, y finalmente se convierta en una máquina, una ineficiente y defectuosa máquina, algo para tirar, algo para destruir.

martes, 17 de abril de 2007

Esclavitud (Capítulo 2 de 3: Actualidad)

Situación Actual: Hipocresía
Paulatinamente, los históricos artificios para justificar la esclavitud fueron perdiendo peso. Se perdió fe en los hijos de Dios, se perdió la fascinación producida por la riqueza de los amos, las ciudadanías selectivas, el foco en las diferencias externas del ser humano. Especialmente para los últimos dos casos remarco que fueron perdiendo peso como justificativos de la esclavitud. Las ciudadanías selectivas, y especialmente la xenofobia siguen existiendo y parecen estar resurgiendo en los últimos tiempos, sin embargo, la esclavitud, universalmente es reprobada en la actualidad. Es reprobada si, pero existe, y existe con igual o más fuerza que antes, lo que cambió es que el mundo, es, época tras época, más hipócrita.

Sigue habiendo grupos con poder, y grupos sin él, sigue habiendo tareas indeseables, y siguen siendo realizadas por los grupos débiles, sigue habiendo esclavitud, y es natural que sea así. Sigue habiendo esclavitud, aunque le llamemos trabajo, sigue habiendo esclavos, aunque se prefiera llamarles trabajadores abnegados, sigue habiendo amos, aunque sean distinguidos como prestigiosos empresarios, sigue existiendo el látigo, lo conocemos como miseria, siguen limitando las cadenas, aunque no se quiera admitir que están hechas de ignorancia. Todo esto sigue existiendo porque existe una diferencia abismal de poder entre las personas, y de esa brecha surge el desprecio.

La selección: El corte
El desprecio, el considerarse más, sigue existiendo, lo sienten los países del primer mundo sobre los subdesarrollados, y justificándose en él, devastan sus recursos naturales, destruyen su cultura, asesinan a su gente, y con ello mantienen el lujo de sus ciudades, lo sienten los empresarios por sus empleados, y entonces le pagan el mínimo y le exigen el máximo, lo siente el rico por el pobre y lo considera indigno, inmoral. El desprecio existe, y lo todos lo experimentamos, siempre existen individuos sobre los cuales nos sentimos superiores, especialmente cuando incluimos en el conjunto con el cual compararnos a todo el reino animal. Probablemente ninguno, por igualitario que sea, sienta indignación por la matanza de vacunos en un frigorífico, o por la mísera vida de las gallinas en las avícolas. Todos hacemos un corte, separando a los seres privilegiados de los que no lo son, este corte, para algunas personas, coloca a humanos a ambos lado de él, para otras, separa humanos de animales, habrá inclusive quienes incluyan algunos animales dentro del grupo privilegiado, y he conocido cortes muy peculiares cuando las personas ven la imagen de un carro de un hurgador tirado por caballos, esa imagen, en demasiada gente, provoca compasión por el caballo y no por el hombre, extrañamente se les hace más fácil imaginar al caballo limpio y bien alimentado, llevando sobre su lomo a un elegante jinete, mientras sortea los obstáculos en un torneo de equitación, que al andrajoso indigente, bien vestido, dando una conferencia en una prestigiosa universidad. Por más curiosos que sean, todos son cortes, toda persona tiene su corte, algunos nos podrán parecer más o menos reprobables, pero todos tenemos uno.

domingo, 15 de abril de 2007

Esclavitud (Capítulo 1 de 3: Pasado)

La esclavitud, en su acepción más incluyente, que podríamos esbozar como: “estar obligado a realizar una tarea para beneficio de otro” es un fenómeno que ha teñido todas las civilizaciones en nuestra historia, y continúa su flagelo en la actualidad, oculta bajo distintos disfraces. Aunque nuestras sociedades continúan reproduciendo y acelerando el desarrollo y la desigualdad, alimento esencial de la esclavitud, las mismas, desde hace un tiempo, produjeron un ítem, que puede ser visto como la única esperanza para acabar con ella. Este ítem es la máquina.

En esta serie de tres artículos: Daré mi visión sobre como surge la esclavitud, cual es el sentimiento detrás de ella, y como fue justificada históricamente en la primer entrega. Luego, en la segunda exposición, mostraré como actualmente se dibuja la situación de esclavitud, y como se definen los nuevos cortes entre individuos que disfrutan del desarrollo y otros que lo generan. Finalmente, en el tercer artículo, introduzco la visión de la máquina como esperanza para erradicar la esclavitud, y también planteo la necesidad paralela de que el hombre deje de funcionar como máquina, asuma la situación de esclavitud ante la sociedad que padece y lo destruye, y finalmente busque su camino para convertirse en un ser con individualidad, un ser libre.

Surgimiento: Desarrollo y poder
Las sociedades, en mayor o menor medida, siempre fueron esclavistas. En todas ellas hubo grupos de personas con poder, y otros sin él, y existieron, en ellas, tareas que ambos sectores de la sociedad no consideraban gratas, ya sea por que eran nocivas, indignas, demasiado fatigosas, aburridas, o por otro motivo, la realidad indicaba que no existían personas que voluntariamente quisieran hacerlas, o al menos no había suficiente de ellas para realizarlas, pero eran, estas tareas, imprescindibles, o al menos los grupos poderosos lo consideraban de esta manera. De esas condiciones, surge naturalmente la esclavitud.

Los faraones egipcios quisieron unas magníficas tumbas y se construyeron las pirámides. Luego de conquistar todos los reinos que la componen, el primer emperador chino decidió construir kilómetros de muralla para que su reino fuera impenetrable, y la colosal muralla china fue construida. La civilización griega tuvo un masivo vuelco al arte y la cultura, y actualmente seguimos admirando el legajo de estas personas. En estos tres proyectos, como en infinidad de otros, miles, cientos de miles, millones de esclavos fueron necesarios para su concreción. Intencionalmente elegimos ejemplos cuyo producto admiramos y agradecemos, aunque condenamos el sufrimiento que ocasionó su realización. Misma condena que aplicamos a los millones de esclavos, que al servicio de inútiles burgueses, desperdiciaron sus vidas en caprichos fatuos.

La condena es la misma, es cierto, aunque surge, en nuestras mentes, la duda si cambiaríamos la historia si tuviésemos los medios. ¿Elegiríamos perder las pirámides?, ¿perder la muralla china?, ¿el maravilloso arte y las geniales ideas de la Grecia clásica? Sin esclavos, las pirámides y la muralla china no se hubieran construido, o estarían construyéndose aún, y si en su democracia, los griegos hubiesen incluido a sus esclavos, no hubieran tenido ese ingrediente indispensable para el arte que es el ocio, y sus obras hubiesen sido tan escasas como las de cualquier civilización en cualquier momento de la historia.

Sentimiento: Desprecio
Siempre hubo esclavitud, y la sigue habiendo. Probablemente desde los primeros eslabones del hombre primitivo, un sector se sintió, por alguna característica de sus integrantes, superior a otro, y consideró justo esclavizarlo. El sentimiento detrás de la esclavitud es el desprecio, el considerar menos al otro, podría pensar que es el odio, pero el odio iguala, del odio no surge la esclavitud, surge el asesinato o la tortura, y si se esclaviza, se utiliza como medio de tortura, tortura psicológica más que física, un igual no sufre realizando las tareas asignadas por su amo, por desagradables y dolorosas que sean, sufre por estar obligado a hacerlas, y por tener que hacerlas para su amo.

Justificación: Diferencias
El desprecio es el que genera la esclavitud, y las diferencias son la herramienta para justificarlas.

Los faraones se consideraban hijos de Dioses, el resto de los egipcios no eran más que su rebaño. El emperador chino mencionado, no conforme con el poder que le otorgaba su título, también eligió el misticismo, y se autoproclamo hijo de Dios, de igual manera, la mayoría de los reinos, para crear diferencias cuando no las había, eligieron el círculo: “Fastuosidad-Fe”. Los palacios, la vestimenta y las procesiones de los reyes generaban, en sus súbditos, la fe en que los primeros eran seres especiales, emparentados con los Dioses, superiores, y era esta misma fé, la que les otorgaba riquezas y mano de obra para obtenerlos. En Grecia, en cambio, no había reinado, existía la democracia, estaban un paso adelante, aunque hacia la hipocresía. En esta sociedad, el parentesco definía quién era ciudadano griego y quién no, los primeros eran libres y vivían en democracia, y los segundos eran una propiedad más de los primeros.

En los tres casos usados como ejemplo las diferencias entre opresores y oprimidos fueron elaboradas, obviamente también se utilizaron diferencias visibles entre los seres humanos, y la estrategia en esos casos fue enfocarla, desenfocando las otras. No importaba la sabiduría del individuo, sus habilidades, sus experiencias, su personalidad, y sí el color de su piel, estigmatizando su etnia, para, en una hábil comunión, ser considerado falto de alma por la iglesia católica, y factible de convertirse en propiedad privada por la civilización europea. Este patrón, variando ubicación geográfica, esclavistas y esclavos, y la característica física que los diferenciaban, se repitió en todas partes del globo, y en cada una de las épocas, produciéndose en civilizaciones tan disímiles que quizás la único que tuviesen en común sea la xenofobia.

jueves, 29 de marzo de 2007

Publicidad

En un sistema donde varios productos compiten por un mismo mercado, la industria publicitaria nació y creció como parásito de ese sistema. Su eficacia para cambiar la voluntad de los consumidores, ya sea drásticamente provocando la necesidad de un producto, o cambiando la elección de un producto de la competencia por el publicitado, o al menos aumentando el número de de productos consumidos por cada consumidor, la convirtió en una pujante industria dentro del sistema, pues generalmente es más beneficioso, económicamente hablando, publicitar un producto, que mejorarlo y/o hacerlo más barato y esperar que el consumidor lo elija por estas bondades.

En otro artículo cuestionamos la conveniencia de la competencia, para el caso que la misma no existiera, la publicidad dejaría de tener razón de ser, especialmente la que se ocupa en promover un producto en sustitución al del de la competencia. De todas formas, aun existiendo la competencia, los beneficios de la publicidad son discutibles.

Para iniciar el argumento, vamos a establecer el objetivo de la publicidad. El mismo es, claramente, hacer que el producto o servicio publicitado se venda más. Teniendo en cuenta este objetivo y sabiendo que existen distintas categorías de productos según la calidad de los mismos, es claro que los publicistas van a tener que caer en engaños para publicitarlos a todos. Estos engaños van a ser más o menos importantes según la calidad del producto. Para publicitar un producto infame, el publicista va a tener que olvidarse de toda ética, e inventar múltiples bondades inexistentes y ocultar desvergonzadamente los problemas graves del mismo. A su vez, para un producto de aceptable calidad, quizás pueda armar la publicidad deslizando en la misma únicamente mentiras piadosas que exalten las bondades del producto y minimicen y/o justifiquen sus defectos. Finalmente, para un producto de muy buena calidad, tendrá apenas que exagerar las bondades del mismo. Además de estos engaños, seguramente agregue otros sobre los productos de la competencia, pero en forma inversa a los del ejemplo, y otros más sobre la necesidad que tiene el consumidor de obtener el producto publicitado, los cuales serán más o menos atroces según la distancia que halla entre la necesidad artificial que se quiere imponer y la necesidad natural de la sociedad por ese producto.

Ahora, siguiendo con el ejemplo de las tres categorías de productos, si luego de de la campaña publicitaria de cada uno de ellos, el mercado se divide en partes iguales, es claro concluir, aunque nos moleste admitirlo, que la mejor campaña fue la que promocionó el producto de baja calidad. De esto deducimos que la mejor publicidad es la que engaña más, y haciendo una mínima distinción podemos llegar a una segunda máxima, que luego de haber enunciado la primera no tiene tanta fuerza, pero es a la que queríamos llegar. La misma la alcanzamos volviendo al ejemplo que venimos tratando, y en ese contexto voy a admitir la existencia de un producto perfecto. Para este caso, y solo para este caso, la publicidad no debería recurrir a engaños, y la mejor publicidad sería una descripción exacta y objetiva del producto, pues cualquier diferencia de esa descripción, o lo que es lo mismo, cualquier engaño, sería, dado que el producto es perfecto, promocionar un producto peor del que realmente es, lo cual sería una aberración publicitaria. Por lo tanto, si excluimos del concepto de publicidad, a las descripciones exactas y objetivas de los productos, concluimos que toda publicidad engaña.

Ahora, teniendo en cuenta este par de máximas, ¿podemos considerar una industria legal la publicidad? ¿Existe alguna razón oculta por la cual debamos, los consumidores, ser engañados y por ese “favor” pagar un sobreprecio en los productos? Parece claro que la respuesta a ambas preguntas es negativa. Sería mucho más razonable cambiar esa industria por otra que se dedique, justamente, a hacer descripciones exactas y objetivas de los productos, definición que repito, pues no existe palabra aún que la nombre y me interesa enfatizar en la tarea de esta nueva industria.

Esta nueva industria, seguramente adicione un sobreprecio al producto, al igual que la publicidad, pero además de que parece necesitar un sobreprecio menor, la diferencia importante es que el mismo se utilizará para describir objetivamente las virtudes y defectos de los productos y permitirle al consumidor elegir concienzudamente el que más le conviene.

Además, esta descripción transparente de los productos, facilita la adición de las virtudes de cada producto a los otros, de igual manera que ayuda a quitar los defectos existentes en cada uno de los productos. Este proceso tiende a generar un único producto con todas las virtudes de cada uno de los productos y teniendo únicamente los defectos comunes a todos los productos. Esto es exactamente lo mejor que puede recibir el consumidor del mercado, lo cual es que desaparezca la competencia.

La cárcel y las clases sociales

Dado que el concepto de clase social es ambiguo, describiremos de forma más precisa a que grupo de personas nos referimos en cada clase. A nivel conceptual lo que haremos será dividir la sociedad en tres clases: alta, media y baja, como se hace usualmente, pero reduciendo el cubrimiento de las clases alta y baja a sus casos extremos y dejando al resto como integrantes de la clase media. Agudizando la definición, consideraremos a la clase alta como el grupo de personas con suficiente poder, para modificar las reglas de juego de la sociedad en su propio beneficio. En el extremo opuesto de la sociedad, definiremos a la clase baja como el conjunto de individuos completamente marginados del sistema, aquellos carentes de vivienda, alimentación regular, etc. y cuya única ocupación en su vida es sobrevivir.

Teniendo en cuenta la jerarquía de clases definida en el párrafo anterior, estudiaremos como funciona el sistema carcelario como desmotivador de las intenciones delictivas, en los individuos de cada una de las clases:
  • Clase Alta: Como vimos en la falacia de la justicia, estos individuos tienen total inmunidad, por lo cual tienen la certeza de que no concurrirán a la cárcel. De esta manera, la cárcel, ni ninguna otra pena en realidad, los desmotiva para delinquir, como tampoco hay nada que los desmotive a destruir a quienes dificulten la concreción de sus propósitos.
  • Clase Media: En estos individuos es que la cárcel actúa como un monstruoso freno, ante intenciones que puedan desviarse levemente del punto medio en la ambigua definición de actividades no delictivas, establecida por el sistema legal vigente. Las terribles condiciones de vida existentes en las cárceles actuales, son, para estos individuos, que sin tener grandes comodidades, al menos ven sus derechos humanos respetados en la mayoría del tiempo, una representación del infierno en la tierra. Y es el terror a vivir esa experiencia, de la cual dudan poder sobrevivir, el que los bloquea a defender sus intereses, cuando los mismos se oponen a los de la clase alta, pues, como vimos en la falacia de la justicia, seguramente halla una ley contra eso, o se pueda interpretar una ley contra eso, o en ultimo caso se pueda presionar a alguien para que el individuo de clase media termine en la cárcel por haber enfrentado esos intereses. Increíblemente, este temor, funciona como freno, aún cuando enfrenta individuos de clase baja, pues como veremos luego, dada la forma en que estos últimos ven la pena carcelaria, el único con posibilidad de perder en ese enfrentamiento es el individuo de clase media.
  • Clase Baja: Para estos individuos la cárcel es un lugar igual y en muchos casos mejor al que habitan cuando están libres. Tienen techo y comida, los cuales carecen en la mayoría del tiempo. El ambiente, infernal para la clase media, es muy similar al que respiran en su día a día. Y la libertad que le quitan no es mucho mayor a la que le quita la sociedad por su condición de marginales. Por este motivo, los individuos de esta clase, en general, no temen ir a la cárcel, y por lo tanto esta pena no los desmotiva para delinquir, al igual que no lo hace para la clase alta por otro motivo. Lo que los desmotiva a delinquir es el riesgo de vida asociado al delito que piensan cometer, lo cual provoca una actitud selectiva en el momento de elegir la victima sobre la cual ejecutar el delito. De esta forma evitan los delitos contra la clase alta, la cual los puede asesinar sin tener que rendir cuentas por ello, y en cambio prefieren delinquir contra individuos de clase media, los cuales por temor a terminar en la cárcel difícilmente se defiendan.


Luego del análisis realizado vemos como las cárceles, especialmente en su forma deshumanizante de la actualidad, se convierten en otra arma de la clase alta, para mantener a la clase media, única con cierto raciocinio capaz de percibir la injusticia del sistema en el cual vive, controlada y a su vez para dirigir los ataques de la clase baja hacia la clase media.

Teniendo en cuenta el párrafo anterior, es claro que la clase alta favorecerá que las condiciones de las cárceles sean aún más terribles, para que las mismas generen más terror en la clase media, como también favorecerá que la clase baja viva aún peor, para que se vea más obligada a atacar a la clase media para sobrevivir y su desastrosa situación siga estando por debajo de las condiciones de vida en las cárceles.

Este espiral descendente de justicia se quiebra únicamente eliminando la vergonzante inmunidad de la clase alta. En el mismo instante que estos individuos pierdan esa inmunidad y se encuentren en la situación novedosa en la cual puedan terminar en las denigrantes cárceles que ellos fomentaron, van a sufrir un temor aún más grande que el experimentado por la clase media, y por primera vez tendrán un freno, un implacable freno, para sus intenciones delictivas. Cuando esto ocurra, la mayoría de sus intenciones delictivas quedarán en intenciones y no se transformarán en actividades, con la consecuencia que todas las riquezas que las mismas absorbían de las clases menores, queden en estas últimas, lo que mejorará las condiciones de vida de ciertas personas de clase baja de tal forma que ahora teman caer en la cárcel y por lo tanto la misma funcione como freno a sus intenciones delictivas.
En síntesis, quitando la impunidad, la clase alta se convierte en clase media, adquiere su temor a la cárcel con lo cual baja su tasa de delitos, con la disminución de estos delitos de cuello blanco se distribuye mejor las riquezas lo que convierte gente de la clase baja a la clase media, adquiriendo su temor a la cárcel y erradicando su necesidad de delinquir, lo cual bajará su tasa de delitos.

Falacias - "Los recursos son escasos"

  • Bajo el débil razonamiento: de que todas las personas, siempre van a querer tener más de lo que tienen. Lo cual tiene como consecuencia que el consumo de cada persona tenderá a infinito y también tenderá a infinito, con mayor rapidez, el consumo global de todas las personas. De esto se infiere que es imposible satisfacer esa demanda con los recursos existentes.
  • Se ocultan: las causas de la escasez de recursos:

  1. Consumismo: Para mantener funcionando la economía y mediante el bombardeo publicitario, se adoctrina a las personas, de manera que padezcan permanentemente una compulsiva necesidad de comprar. Estas personas sienten placer exclusivamente en el momento en el cual comprar el objeto y no cuando lo utilizan.
  2. Distribución artificial de precios: Luego de haber enfermando a la gente con la necesidad de obtener un producto se le puede pedir que pague lo que se quiera por él. Cuanto más se halla infectado al consumidor, más alto será el precio que se le puede fijar al producto. El costo de elaboración del producto dejó de intervenir en la ecuación que fija su precio.
  3. Propiedad privada: Mediante el respeto de la propiedad privada, nos aseguramos tener una pequeña porción de bienes exclusivamente para nosotros, aunque esto nos impida usar, el enorme conjunto de bienes que resulta de la suma de las propiedades de cada una de las personas del mundo. Además de lo absurdo de este cambio, el mismo provoca, que la mayoría de nuestros bienes, permanezcan inactivos, la mayoría del tiempo. Si bien es lógico querer tener a disposición cierto recurso cuando lo necesitamos, el uso exclusivo del mismo es un uso extremadamente ineficiente del mismo.
  4. Extracción de recursos naturales: Los recursos naturales son generalmente explotados, extraídos de forma que otorguen el mayor beneficio, en el menor plazo posible a quien los extrae. Esto se hace sin tener en cuenta como hacer la extracción eficiente desde el punto de vista de obtener la máxima cantidad de recursos de la fuente a lo largo del tiempo, y además en caso de que sea posible, hacer la fuente perdurable extrayendo lo que se necesita, permitiendo que la fuente restablezca el recurso antes de agotarlo.
  5. Producción de recursos artificiales: La cantidad de recursos artificiales que se producen dependen de cómo el hombre utiliza al hombre, en el sentido de cómo la humanidad utiliza la capacidad humana de cada individuo. Existen varios problemas en como funciona el mundo en ese sentido. El primero es que gran parte de la población no es activa, no produce nada, pues permanece toda su vida tratando de sobrevivir. Luego, dentro de la población activa, la casi totalidad de esta se emplea en trabajos que utilizan una pequeñísima parte de la capacidad del ser humano. Lo cual trae aparejado el problema de la escasa, casi nula, motivación con que realizan sus tareas y por ende su baja productividad. Toda acción automatizable es realizada más rápido y más correctamente por máquinas, los hombres malgastan su capacidad realizándolas, los hombres utilizan su mayor capacidad, al buscar la forma de automatizar las tareas y al diseñar las maquinas que las realicen.

  • Con el objetivo de: Mantener, y en lo posible aumentar, la diferencia de capital que se tiene con respecto al resto de las personas. Lo importante para estas personas no es cuanto tienen, sino cuanto tienen más que otras personas, por eso defienden a ultranza la propiedad privada, no les interesa tener acceso a todos los recursos del mundo si estos están accesibles al resto de las personas. Les interesa ver que están muy por encima de quienes únicamente sobreviven, les interesa también estar por encima de quienes producen todas sus riquezas, y les interesa también, pero ya en tono cordial, fanfarronear con sus pares, las prestancias de su último velero, de su último Lamborghini, o de su capricho de que lo entierren con determinada obra de arte declarada patrimonio histórico de la humanidad. Con ese objetivo, es lógico que busquen generar necesidad, y en lo posible dependencia de los productos que producen y lograr que el adicto compre más y más caro, y que para pagar eso trabaje más y más barato, generando por ambas acciones, y en ambos actores un distanciamiento en el monto de su riqueza. También es lógico que no les importe agotar una fuente de recursos, en el momento que se agote ya estarán explotando otras, y en su modo de pensar, una fuente agotada tiene la ventaja de que no le dará beneficio a nadie más. Finalmente, este razonamiento lo aplican a sus empleados, los cuales son simplemente una fuente de recurso más a explotar.

Falacias - "La competencia incrementa la productividad y baja los precios"

  • Bajo el débil razonamiento: de que habiendo competencia, cada uno de los competidores se esfuerza para que su producto o servicio sea mejor y más barato que el del resto, y de esa manera ganarse la elección del consumidor

  • Se ocultan: los problemas que la competencia trae, que son, por nombrar algunos, los siguientes:

  1. Publicidad: Los competidores gastan recursos en convencer al consumidor de que su producto les conviene, lo cual hace en mayor o menor medida engañándolo, pero sin considerar ese tema, de todas formas, la publicidad siempre encarece el producto.
  2. Infraestructura: Cada competidor deberá tener toda la infraestructura necesaria para dar soporte a su negocio. Desde maquinarias, depósitos, oficina, a las personas encargadas de tareas administrativas de soporte a la producción. La repetición de esta infraestructura en cada competidor encarece el producto.
  3. Mercado: Al repartirse el mercado, los competidores reducen su capacidad de venta, la cual puede hacer no redituable la inversión en innovaciones tecnológicas en el proceso de producción, impidiendo que el producto sea mejor y/o más barato.
  4. Conocimiento: Cada competidor enfrenta sus problemas de producción, busca forma de mejorar su producto y reducir el costo de su elaboración, independientemente del resto. Esto provoca gastos innecesarios dedicados a resolver problemas ya resueltos y priva de mejoras en el producto, y ahorros en su producción ya conocidos, pues al enemigo no se le dan concejos. De esta forma, claramente, el producto es peor y más caro.
  5. Enfrentamiento: Los competidores gastan recursos en enfrentarse. Ya sea pasivamente, estudiando al resto de los competidores, mediante información pública, o a través de espías infiltrados en la competencia, o inclusive mediante la corrupción de empleados del “enemigo”. O activamente, elaborando estrategias que lo favorezcan, que van desde cambios en el producto, cambios en el tiempo en que se introducen las mejoras, cambios en como engañará la publicidad propia, hasta negociar la introducción de cambios con el oponente, boicotear su proceso de producción, bloquear la distribución de sus materias primas y/o productos, destrucción de maquinaria, extorsión de sus dirigentes e incluso su asesinato. Sin entrar en el juicio ético de los mecanismos utilizados en el enfrentamiento, cualquiera de ellos requerirá de grandes recursos lo que harán el producto más caro, y algunos de ellos lo harán que el mismo sea de menor calidad.
  • Con el objetivo de: Mantener, y en lo posible aumentar, el poder que se tiene dentro de un mercado. Los costos, ocasionados por los problemas ocultos por la falacia, en términos relativos a su producción, serán menores para quien tenga más poder entre los competidores. Este, o estos competidores, utilizan el sistema de competencia para que el resto se destruya entre ellos, o al menos reduzcan su participación en el mercado a niveles despreciables y por lo tanto no influyan en el precio del producto. De esta manera, son capaces de vender un producto mejor y más barato que el de la competencia, obteniendo la elección del consumidor. Consumidor que es estafado, pues aún realizando la elección correcta, esta recibiendo un producto de menor calidad a un precio mayor del que hubiera obtenido si todos los competidores cooperaran.

    A nivel de clases económicas, la clase alta, dominadora de todos los mercados, y por este motivo, creadora, difusora y tenaz defensora las falacias, ha forzado, mediante adoctrinamiento, o directamente usando métodos coercitivos, a que las clases medias y bajas funcionen bajo el incompetente sistema de competencias, dejando para su clase el funcionamiento cooperativo extremadamente más eficaz. De esta forma ambas clases se van distanciando progresivamente, la primera haciéndose cada vez más eficaz, y las otras, que si funcionaran en forma cooperativa como la primera tendrían cierta oportunidad de progresar, se destruyen mutuamente en encarnizadas luchas, haciendo que como conjunto sean cada vez más marginales.


miércoles, 28 de marzo de 2007

Falacias - “El trabajo es salud”

  • Bajo el débil razonamiento: de que el hombre, al realizar una tarea, se ejercita física y/o intelectualmente, produce un bien, lo cual le otorga placer, o puede cambiar por placer, junto a la falsa oposición del trabajo con la inacción, hacen que ingenuamente se asocie el trabajo con la salud.
  • Se oculta:
  1. Que la gran mayoría de trabajos existentes no ejercitan al hombre ni física ni intelectualmente. Generalmente los mismos se basan en tareas repetitivas que tienden a perjudicar al trabajador. Los trabajos físicos, lejos de formar físicos saludables, provocan desgastes prematuros en la parte del organismo implicada en el movimiento reiterativo, visibles como artrosis, hernias, tendinitis, malformaciones, dolores crónicos, etc. Similarmente, en los no físicos, para los cuales evité intencionalmente el apelativo de intelectuales, la repetición, fomenta el proceso mental de automatización, y cuando este concluye, la mencionada ejercitación intelectual desaparece, y surgen sentimientos nocivos como el tedio, la desilusión, el cansancio, etc. Por lo tanto el razonamiento en el cual se basa la falacia, no solo es falso en la mayoría de los casos, sino que también es falsa su conclusión, pues como vimos, la consecuencia de estos trabajos son físicos deteriorados e intelectos disminuidos y atormentados.
  2. Que la gran mayoría de trabajadores realizan sus tareas para poder sobrevivir, y no por el placer que les otorga cada tarea en si misma, ni el producto de la estas tareas, y lo que es peor, generalmente no tienen la capacidad de elegir el trabajo a realizar sino que es el sistema que se los impone. Por lo tanto, la salud que el trabajo puede otorgar por el placer de realizar las tareas que lo componen, se daría únicamente en el utópico caso en el cual en todo momento, las actividades que el trabajo le requieren al trabajador coinciden con las que este tiene más deseos de realizar. Cuanto más se aleje la situación real al utópico caso mencionado, más enfermará el trabajo a su trabajador, siendo el mismo una sesión de tortura que no solo le arruinará esas horas de su vida, sino que también le dejará secuelas que le impedirán disfrutar completamente las que dedique al ocio y descanso.
  3. Que el trabajo y la inactividad no son conceptos opuestos. Para justificar la falacia se pretende hacer creer que un individuo que no trabaja atrofia su ser pues no hará nada. Esto es falso, un individuo sin trabajo no esta obligado a hacer nada, y siendo libre de hacer lo que quiera, tiene más tiempo para hacerlo que quién trabaja. Por lo tanto, como en los dos puntos anteriores, tanto el argumento como la conclusión de la falacia es falso.
  • Con el objetivo de: tener gente que esté dispuesta a trabajar en los empleos impuestos por las clases poderosas, no importando las condiciones de los mismos. Con esta falacia se busca evitar que el trabajador se de cuenta que es explotado y a su vez por el falso opuesto mencionado convencerlo de que el más mísero empleo es preferible a no tener ninguno. Además del propósito práctico recién presentado, subyace en el fondo la intención de que halla más gente trabajando, y más gente trabajando más tiempo, porque es el tiempo ocioso el que le permite a las personas darse cuenta de las injusticias y quienes las provocan, y el mismo es también en el cual se organizan las acciones para terminar con ellas.

Falacias - "La justicia es ciega"

  • Bajo el débil razonamiento: de que las leyes existen y se aplican de la misma forma a todos los ciudadanos y por lo tanto las características de los mismos no son tenidas en cuenta por la justicia al emitir un fallo.

  • Se oculta: que cada una de las fases que componen nuestro aparato de justicia están sesgadas por los intereses de quienes tienen poder:
  1. Creación de las leyes: La elaboración de las leyes se da cuando alguien con poder necesita cambiar las reglas de juego, pues con ese cambio genera mayor beneficio en su actividad. El sector con poder que provoca la aparición de una nueva ley puede cambiar, pero, lamentablemente, los sectores con poder no son numerosos, ni suelen variar frecuentemente en la sociedad, lo cual hace especialmente injusto que las leyes surjan a partir de presiones del poder. Además, esta práctica, provoca que el sistema legal sea un pastiche siempre cambiante, extremadamente complejo, absurdamente extenso e intencionalmente ambiguo e incoherente conjunto de leyes, características que alimentan la existencia de actividades parásitas como las realizadas por abogados y en menor medida escribanos.

    El problema radica en que para elaborar un sistema legal justo, aplicable a un conjunto de individuos, es imprescindible que el mismo sea elaborado por individuos superiores a los cuales se aplica el sistema. Dado que las deidades no han sido convincentes, ni en su existencia, ni mucho menos en las leyes que se creen que promulgaron, como tampoco fueron con convincentes los grupos humanos que se creyeron superiores al resto, lo más parecido a la situación expresada al principio del párrafo, es encomendar la tarea de elaboración del sistema legal a un conjunto de expertos. Estos crearán este sistema, y lo mejorarán de acuerdo a casos en los que tuvo fallas y no según las presiones del poder, aunque manteniendo, en todo momento, su coherencia y ausencia de ambigüedad, y reduciendo su complejidad al mínimo.
  2. Interpretación de las leyes: Aunque, como vimos, los grupos de poder, arman las leyes para su beneficio, hay veces que el sistema legal vigente no concuerda con sus propósitos. Aún en este caso tienen un recurso legal, el mismo es, mediante su posibilidad de acceder a los mejores abogados, torcer la interpretación de la ley en su favor, utilizando de la mejor manera las ambigüedades e incoherencias del sistema legal en curso.

    Si bien la extensión, complejidad y volatilidad excesiva del sistema legal ya hacen necesaria la figura del abogado, son sus ambigüedades e incoherencias las que generan la necesidad de dividir este rol en los de fiscal y defensor, los cuales actúan como enemigos en la farsa teatral que llamamos juicio. Esta pantomima de justicia nos lleva al absurdo de que una actividad sea un delito, y por lo tanto quien la realiza un delincuente, si el fiscal es más hábil que el defensor, y no lo es si ocurre lo contrario. Este absurdo es utilizado, principalmente, por quienes están más alejados del punto medio en la vaga definición de ciudadano honesto, establecida por el sistema legal vigente, y para los cuales es redituable gastar fortunas en los mejores abogados (obviamente teniendo en cuenta su habilidad en torcer leyes, no en su honestidad) que conociendo las ambigüedades e incoherencias del sistema, estiren la interpretación del concepto de ciudadano honesto para que incluya a sus defendidos.

    Finalmente, cabe remarcar que son los defectos del sistema legal en vigencia, los que hacen necesarios a los abogados, y principalmente, el hecho de que tanto las falencias del sistema como la existencia del mencionado rol, son elaboraciones creadas por los grupos de poder para cumplir sus propósitos.
  3. Aplicación de las leyes: Al aplicar las leyes la verdad es el opuesto directo de la falacia, la justicia no solo no es ciega, sino que goza de excelente vista. En los procesos judiciales, todos los actores se conocen entre si, y es esta característica el último recurso instalado en el proceso para proteger a los individuos con poder. Estos, si aún habiendo definido las reglas de juego, aún interpretado las misma de la manera más conveniente a sus intereses, no logran quedar fuera de la definición de delincuentes, pueden ejercer presión en el abogado enemigo, en el jurado, y en el juez, mediante coimas o extorsiones, o incluso si se diera el caso de que alguno de ellos demuestre una intransigente incorruptibilidad, o al menos su precio sea considerado demasiado elevado, tienen la opción de asesinarlos hasta que el sistema asigne alguno más fácilmente corruptible.

    La justicia actualmente tiene excelente vista, y como vimos, eso genera inmunidad en todo aquel que tenga suficiente poder, situación que está en el polo opuesto al concepto de justicia. La falla está en confiar a los hombres la tarea de cegar a la justicia, cuando debería ser el proceso el que lo haga. El proceso debería impedir que los implicados (acusado y acusador) sepan quién es el que imparte justicia, como también debería impedir que quien imparte justicia sepa quienes son los implicados. De esta manera, quien imparte justicia recibiría una lista de evidencia, en la cual todos los nombres personales, de empresas, etc. aparecen sustituidos por variables, y usaría este listado, junto a un sistema de leyes coherente para llegar a su veredicto. Este veredicto podría ser terminal (culpable o inocente) o inconcluso, porque se considera que no hay suficiente evidencia para tomar una decisión terminal, o se considera que hay un error en el sistema de leyes, en cuyo caso se corrige el mismo y se proporciona el veredicto terminal.

    Cabe mencionar, que bajo las hipótesis mencionadas, recepción de evidencia sin identificación y un sistema legal coherente, el encargado de impartir justicia puede ser un software. Pudiendo el mismo llegar a ambos veredictos finales y al de falta de evidencia, y quedando el veredicto de cambiar el sistema de leyes para ser efectuado por el grupo de expertos mencionados en el primer punto, siempre y cuando uno de los implicados considere injusto el fallo automático y pidiese una evaluación manual de su caso.
  4. Con el objetivo de: generar una sensación de que todos somos iguales ante la ley y por lo tanto, si la misma falla en nuestra contra, o en contra de nuestros compañeros, consideremos dicho fallo justo, cuando en realidad estamos siendo castigados por oponernos conciente o inconscientemente a los intereses de los individuos con poder.

Donaciones

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Luego, no solo imagínalo, sino que también, vive en él. Yo ya estoy allí, acompáñame.

Un abrazo,
Diego

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