jueves, 19 de abril de 2007

Esclavitud (Capítulo 3 de 3: Solución)

La esperanza: Las máquinas
A medida que fue progresando las civilización, mayores fueron los proyectos ideados por el hombre, y mayor fue la cantidad de individuos que se necesitaron para los mismos, esto, sumado a que siempre hubo desigualdades, produjo la aparición de un corte que dividió a los que disfrutaban de los proyectos, de los que perdían, parcial o totalmente, su vida en los mismos. Esto fue siempre así, aunque, afortunadamente, el progreso de la civilización no solo sembró el veneno, sino también, a mi entender, su antídoto. Particularmente dentro del progreso, considero como sembrador de ambas, a la tecnología. Ella, a la vez, habilitó mayores proyectos, que requirieron mayor cantidad de obreros, definiendo a los mismos como el conjunto de individuos que elaboran un proyecto que no van a disfrutar, y desarrolló también técnicas, para disminuir la cantidad de obreros necesarios, y para facilitar su trabajo. Ambas capacidades de producción, están presentes en la tecnología, pero son los grupos con poder, los que deciden que proporción de veneno y antídoto cosechar.

A su vez, dentro de las numerosas plantas que crecen en la estancia de la tecnología, la que más y mejor antídoto produce, es la máquina, definida como el objeto que ejecuta una secuencia de tareas especificadas en un algoritmo, incluyendo en esta definición desde las primeras máquinas definidas a base de engranajes, pasando por los sofisticados robots usados en la fabricación de vehículos, y llegando al más complejo software. Son las máquinas el sustituto ideal del esclavo, son la única oportunidad de poner a todos los seres humanos, en el grupo de quienes disfrutan los proyectos

El paso: Dejar de funcionar como máquina
La esperanza son las máquinas, aunque primero el hombre debe dejar de funcionar como ellas y aprender a ser libre, debe darse cuenta en que momentos está siendo creativo y en cuales reactivo, cuando está haciendo lo que quiere y cuando está siguiendo un algoritmo. La sociedad, la religión, la familia, le imponen al hombre un algoritmo y el hombre lo sigue, se vuelve su esclavo y ni se da cuenta, se vuelve una máquina, pasa a ser una ínfima parte de su potencial, o quizás simplemente nada. El hombre tiene que cambiar, y tiene que hacerlo masivamente, actualmente la gran mayoría de las personas usan la mayor parte de su tiempo reaccionando, repitiendo tareas, siguiendo algoritmos, en vez de usar su potencial creador.

Las máquinas deberían hacer todas las tareas automatizables, y el hombre, únicamente, debería utilizar su creatividad para identificar estas tareas, y por más complejo que sea el automatismo necesario para implementarlas, diseñar la máquina que la ejecute.

Las máquinas están hechas para seguir un algoritmo, esa es su esencia, su definición, no se cansarán nunca de hacerlas, tampoco les parecerán aburridas pues carecen de creatividad, no está en su naturaleza tener opciones, no tienen vida. En cambio, un hombre siguiendo un algoritmo, se disminuye, se distingue de cualquier otro ser por ser creativo, y si se dedica a seguir, es natural que se fatigue, se atrofie, se vaya destruyendo psicológicamente, se vaya apagando su vida, y finalmente se convierta en una máquina, una ineficiente y defectuosa máquina, algo para tirar, algo para destruir.

No hay comentarios:

Donaciones

Imagina un mundo en el cual todos regalemos lo mejor que hacemos, y todos hagamos lo que más nos gusta hacer.

Luego, no solo imagínalo, sino que también, vive en él. Yo ya estoy allí, acompáñame.

Un abrazo,
Diego

Compartir

En caso de querer compartir este artículo en otro lugar, les agradezco se comuniquen conmigo agregando un comentario en el artículo (click en "comentarios" debajo del texto) . Los comentarios son moderados por lo que no duden en colocar su dirección de e-mail en ellos.

Un abrazo,
Diego